tantas preguntas para hacer parar mi cabeza


Arranqué de mis dudas de un plumazo, adheridas a mi, con preguntas sin encontrar respuesta, porque habitaba lejos de las sombras, allí donde nadie puede entrar.
Errores cometidos, contradicciones todas; por todo pago en cheque físico que resquebraja poco a poco como tortura china.
Quererte igual, amarte sin sentido... Frío como el hielo: el témpano ejerce de brasa caliente entre los dos, aunque el hielo se deshace en tus manos.
No me dejas, vuelve... No creo que pueda volver. Ya es tarde, la casualidad se fue por el hueco dejado por los dos, y mi almohada llora tu despedida. Perdóname si no he podido alcanzarte, si no he llegado donde no he podido volar. Disculpa por quererte siempre, y hoy lo haré igual que antes. Mi corazón triste rebota en la cancha del desconsuelo, porque te pierdo.
Sentimientos son entendederas, como hiedras crecidas entre mis ojos sin poda efectiva... No es mi cordura, es la locura fría como punzante aguja en mi cerebro... Entiende mis locuras, y el dolor no es ajeno sino soy bueno para ello.
Sin consuelo, sin perdón me voy triste y perdido entre bosquejos de tus besos caídos en una noche de invierno.
Analizo todo hasta la extenuación, todo como emérito, sin llegar a sacar nada en claro. Volver a vivir, después de morir sin sentir... Me conoces demasiado para no ser real, y mi intuición no se equivoca... Como el barco que no encuentra la costa...
Sin palabras estoy, si volviera a nacer, no volvería a caer, solo cruzaría las calles para lanzar desde enfrente esta confusión: TE QUIERO.

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