Hera

Lo nuestro fue un flechazo a primera vista... Entre cristales te movías, triste, sigilosa, cortejando a cada transeúnte que paraba su vista en tu porte.
Me cautivaste con el calor estival, y tus mudos maullidos resquebrajaban mi entusiasmado corazón. No pude contenerme y te llevé conmigo; en mi regazo, llamando la atención a todo el que pasaba... Tan diminuta tú, tan grande yo... Nos quisimos desde el primer día, y mi soledad se hizo aire puro, alegría expresa entre nuestros juegos y las luchas internas porque no arañaras muebles, cortinas y demás.
Mi tigresa siempre se encontraba detrás de la puerta a mi llegada, como un alfil, con semblante serio, celosa, territorial, dueña de mi soledad y de la suya... Me bufaba cuando algo no le gustaba como frotarle entre sus dedos o bañarle, ahí teníamos más que palabras...,
Todas las noches me acariciaba con su nariz húmeda y el ronroneo desvelaba mi sueño para entender que ahí estaba la reina de los felinos... Se colocaba en el hueco de mi cuello, creando boliche de pelo y murmurando ruiditos secos, para dormir libres de miedos...
Velaba en mi tristeza, Aplaudía mi júbilo... lo raro era que hablara, porque secretos tenía, guardados en su coraza.
Mi amiga fiel que traicioné cuando abandoné el hogar, y no me perdonó... Esta mañana sí, su mirada seca, afligida pedía consuelo y como antaño, nuestros rostros se fundieron en olores cercanos, vivos. Era afecto.
Te llamé Hera, esposa y hermana mayor de Zeus, cuya función era presidir como diosa la vida de los demás inmortales. Se representa majestuosa, igual que tu aspecto, Solemne cual esfinge gatuna... También por tu raza, pensé, que venía bien ese nombre; gata siamesa, carácter fuerte, independiente, poco afectuosa... pero no fue así, tu nombre no hizo honor al temperamento de la diosa Hera, enzarzada en más de una gresca con los habitantes del Olimpo.
Supiste quererme pese a mi olvido, supiste entenderme en mis momentos hundidos... Y sobre todo el descubrir la letanía de mis anhelos, de mis nostalgias corriendo a mi encuentro y posarte como el tiempo entre mis entrañas, protegiéndome.
Cuidabas de nosotros como una soldado, honesta y en la pérdida te compungías como la que más, encontrándote escondida entre las zapatillas de la que se fue...
Hoy te vas tú, y te añoro más que nunca... Dormirás feliz, descansando como te gustaba panza arriba, frente a los rayos solares que tornarán mis lágrimas en felices recuerdos.
Te quiero, Herita...


Comentarios

  1. Precioso Miguel, me llega al corazón, pensando en mis dos pequeñas y lo mucho que yo las echaría de menos...

    Un besito

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  2. Qué bonito, qué bonito es mamá.Díselo de mi parte. Es muy bonito y poético. Precioso.
    Soraya te manda este mensaje y yo estoy de acuerdo con ella.

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