La insoportable estación de la tristeza

La tristeza sin ojos ha aparecido en la próxima estación, sin quererlo secaba cada oscilación térmica de mis pupilas; la estación de paso entre el ser y el olvido parece inamovible cuando te encuentras en una espiral de la que no puedes salir. Intentas renacer con la primavera, pero el peso de la impaciencia vuelca tras de si, sin lamentos, pero con una única obsesión: el reflejo de la felicidad no tiene color claro.
Las palabras dichas o escritas vuelan por el canal descargando la infinita tensión agónica de nuestros sentimientos en recitales de factura discreta.- amor, muerte, frustración, apatía, obsesión, amargura...- pretendiendo liberarnos de lo que conlleva a una sola: TRISTEZA.
Es una estación amarga, llena de sinsabores, de nostalgias idiotas, de poca vocación terapéutica... La tristeza llega como la plaga a los campos, asolando por momentos temporales sin sujetar la manecilla del reloj, y en cuestión de herida abierta curada por el tiempo, se volverá a cerrar y hacer más fuerte, hasta que podamos volver a convivir con ella.
Son casualidades que llegan a la vida de uno, en este caso, una tarde de otoño, cuando en el exterior se conseguía el frío de lado, y se cruzó aunque fuera por solo un instante fugaz. Bajaba la espiral del interior de mi mismo y topé con la negra señora que abrazándome consiguió hacerme llorar, secando las lágrimas con la suave brisa del llanto.
Hoy no es ayer, pero mañana volverá a ser hoy, cuestión de entre el olvido, confundiendo tristeza con realidad.
¿Qué habrá sido de ti? Un gesto profundo, un aliento como revulsivo a tanta melancolía...
Próxima parada, entusiasmo.

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