Setenta...

Hubiera cumplido setenta, hoy. Tres y medio desde que te fuiste en el mes más lento, recién entrada la primavera, y recién deshabitada mi vida.
Hubiéramos celebrado como siempre, todos en tu entorno, como si cayeran flores por todas partes. Regalabas sonrisa a diestro y siniestro, y siempre comentabas con orgullo que no tenías ninguna arruga: "Veis, ni una arruga, como mi madre, gracias al jabón lagarto, con el que de niña me lavaba la cara."
Doy fe de ello, ninguna arruga, tersa, y nada de potingues, algo de sombra de ojos para engrandecer sus ojos verdes, donde yo me posaba dando la vuelta al reloj, sin pausa... Cuando en la mecedora, de niño, me cogía en brazos entre sus pechos y mi cabeza reclinaba en su cuello; miraba su cara y sus pequeñas arrugas de expresión, hasta que vencido por el sueño caía por el letargo de sus latidos.
Ahora, te extraño en cada momento, y a veces oigo tu voz que me reclama... No sé si es una inspiración o un tormento... Es como si mis pies rozaran la hierba, como si flotase en silencio con los ojos cerrados, en duermevela.
Imagino un paisaje nevado con una llanura inmensa que termina en un valle blanco, yo descalzo, sin sentir el frío de la nieve, ando, pero es como si la escena estuviese congelada en el tiempo... y no te veo. Otras veces, te siento alrededor de un par de árboles florecidos, como te gustaba, los almendros en flor y su aroma rezumaba por tu piel. Estoy desnudo, pero no siento el frío. Sólo soledad. El silencio y mis pies se hunden en la nieve, esperando algo, pero nada.
Me quedo con las cosas que me enseñaste, que son maravillosas, engarzadas en mi conocimiento en mi mundo peculiar, que ahora se tambalea sin ti.
Intentaré tomar las riendas de mi vida, porque creo que te lo debo, al menos iré poco a poco, sin olvidarte y estoy seguro que no te gustaría verme así; porque daría lo que fuese para sentir de nuevo un abrazo y una respiración contenida por nuestras confidencias de los últimos años, como si el mundo se inclinara para nosotros y al otro lado de la ventana varios árboles se sacuden el frío y el cielo de color azul cobalto, sin nubes reflejado tu mar de confianza, sin tempestades.
Hubieras cumplido setenta, setenta lazos unido a ti, setenta besos al aire.
Feliz cumpleaños, no te olvido nunca, te extraño y no te preocupes si la tristeza se apodera de mi, pero al menos sé perder.
Te quiero siempre.

Comentarios

  1. Me has emocionado enormemente, gracias por recordar, por hacerla vivir en nuestro recuerdo, ya que a medida que iba leyendo me acordaba de tantas y tantas cosas que nos decía. También hablaba que no tenía ni una cana ya que ella no se ponía esos potingues en el pelo que me veía ponerme a mí., de como me esperaba levantada hasta que yo llegaba... tarde, porque he sido la más revoltosa de las hijas, de ese amor de madre intenso y puro, que te hacía sentir tan especial...porque yo era su Carmen que se le llenaba la boca en hablar lindezas de sus hijos... pero junto contigo la que mejor y más la cuidamos...ay cuanto la extraño tanto que a veces pienso que por que ella...ya ves que cosas..

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  2. Precioso...y cierto...siempre presentes. Sé lo que sientes...lo que sentís, porque comparto ese dolor y ese amor, esa presencia y esa soledad; pero cada poro de nuestra piel está hecho de su esencia, por tanto inseparable de nuestro yo...y eterna.

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