brisa de verano: Mancha

La cara de sueño le delató, y la marca del papel tintado de azul petróleo en su cara, hizo que Catalina sonriera, mientras engullía una rebanada de pan tostado con aceite "del bueno" como decía la abuela.

Dando tumbos y rascando la pereza incrustada en su pijama de algodón de rayas, bostezó con un silencioso estiramiento.

El ronroneo de Tito entre sus piernas consiguió llevarlo a la realidad, y en tan solo un segundo, volvió en sí:

- ¿Cata, donde está la lámina de hoy?.- señalando al periódico, que su tío traía todos los días temprano, con la misma mancha de café en portada.

- No sé, cariño, debe estar en el interior.

- Jo, el tío siempre mancha el periódico igual, en el mismo sitio, espero que no haya calado mi lámina.

Enfadado cogió su tazón y sumergió un trozo de bizcocho de canela que Catalina le cortó y depositó encima del periódico.

- No, Cata, jo... que manchas mi lámina.

- Exagerao, el bizcocho no mancha, nutre. ¡Cuándo será el día que te levantes risueño!.- dándole varios besos sonoros.

Las palabras de Catalina rozaban como pellizcos en su cabeza, y los besos catapultaban a la verdad soltada sobre su mal humor al despertar.

Se limpió los besos esparcidos en su cara redonda como si fueran radiactivos, al ritmo de grandes carcajadas de Catalina. Cogió su lámina con despecho y se encerró en su habitación, se tumbó en la cama y entre sus manos el dibujo de su lámina le hizo imaginar que era un domador de elefantes....