Rosquillas Caseras



-Migueeeeeeeeeeee, ven cariño, que vamos a hacer rosquillas.- me grito mi madre desde la cocina, y solté la tiza inmediatamente, deje de ser profe, a ser pinche de cocina.
- Ya voy, mami... espera no empieces que voy a lavarme las manos.- grité aún más del entusiasmo que me provocaba meterme en la cocina, y sobre todo comer, comer esas deliciosas rosquillas caseras, que desgraciadamente solo disfrutábamos en la pascua, esas pequeñas vacaciones entre la delgada línea que separaba el invierno crudo de la soleada primavera.
- Ya estoy, listo, puesto... a tus órdenes.- le dije como un soldado a punto de entrar en la batalla... en la retaguardia a que el general diera su primera orden.
- Vamos a hacer las rosquillas que me enseñaron en la escuela, para ser una buena ama de casa, y que mi madre perfeccionó diciéndome.. en la escuela de Franco Santa o Puta.- rió sin cesar, a la vez que sus ojos se humedecían de recordar a su madre.
No entendía lo de Franco, ni lo de Santa o ni lo de Puta.. mi mirada ingenua hizo que mi madre volviera a reír sin parar que originó una mueca de fastidio, y un enfado sobreactuado.
-Migue, siempre has sido muy enfadica, no me río de ti, sino de tus caras ingenuas; no he dicho nada que no puedas saber cuando tengas más edad.- acarició mi mejilla y me soltó un beso suave inesperado en mis labios.
Sonreí al ver que nos metíamos en materia;
-Amor de mis amores, necesitamos un kilo de harina, dos huevos, dos vasos de azúcar..,- soltaba todos los ingredientes de carrerilla, mientras yo los disponía en fila india sobre la mesa.
- dos vasos de aceite de oliva, el mejor, pero no de muchos grados que luego sabe mucho aceite las rosquillas y me repiten...- me dijo guiñándome un ojo, al que respondí al vuelo con una sonrisa picarona.
- A ver... A ver... sí, canela y el alegra corazones.
Yo no sabía que era el alegra corazones, y tampoco me atreví a preguntar; una pequeña jarrita contenía un líquido transparente parecido al agua.
-Madre, ¿y esto qué es? ¿Agua?.- le espeté señalando con mi dedo índice...
- Jajajajajajajajaja... sí, agua, agua especial, es esa que ponemos la noche de reyes en la ventana para que los Reyes Magos tomen su tentempié con ese agüita milagrosa.. jajajajajajajaja... es aguardiente, pregúntale a tu padre, que bien sabe de ello.
Mi madre montó en un segundo todos los dispositivos para empezar a elaborar este delicioso manjar...
-Rey... hacemos una masa en una fuente con los huevos batidos, el azúcar, la mitad de la harina y una pizca generosa de canela... ves? así... después añadimos el aceite de oliva y mezclamos enérgicamente hasta que se forme una masa uniforme y compacta, que se despegue de la fuente.
No se me pasaba ni una, ya tenía harina hasta en mi rostro y en mi pelo, que ahora se había convertido en color ceniza...
- Ahora viene lo más importante, Migué....- me dijo mientras se remangaba la blusa hasta el codo, y se colocaba un delantal.
- Amasamos sobre la mesa enharinada, y vamos echando con una mano debajo de la masa, harina, para que no se pegue... Amasamos fuerte, como si lavaras ropa en el río, en el pueblo, sobre la tabla de lavar... ¿te acuerdas?
Yo asentía a todo lo que me decía, pensaba en lo ricas que iban estar esas rosquillas, no veía el momento, me impacientaba...
- Después de amasar, la dejamos reposar un rato, como media hora... hala.. vete, a lavarte las manos, y sigue jugando que ahora te llamo.
Me lavé las manos, pero no me fui a jugar, volví a posar mis ojos y mi vida, sobre esa masa que tanto devoción profesaba.
Mi madre puso una sartén grande al fuego con abundante aceite y se puso a canturrear... una copla.. "Abril para vivir, abril para cantar... Abril flor de la vida al corazón... Abril para sentir, abril para soñar... Abril la primavera amaneció..."
-Un truquito.. para que no se te queme el aceite, pollito mío, echas una cáscara de huevo y así se quedará limpio durante toda la fritura.
Sonreí de satisfacción, era la mejor madre, la mejor cocinera, era mi vida...
Tomaba porciones de la masa, haciendo una tirilla redonda con las manos y formando rosquillas...
-Mami, es como en el cole, en trabajos manuales con la plasti, verdad?
Mi madre rió a carcajadas mientras freía y espolvoreaba con azúcar y canela las rosquillas.
Terminamos exhaustos y mi madre me cogió en brazos y me dijo:
- Están calientes, ahora no se pueden comer, te dolerá la tripa si las comes ahora, están mejor mañana...
Supe de adulto que era una mentira que no se pudieran comer las rosquillas, calientes... Mi madre quería al menos, conservar alguna para el día siguiente... de ahí mi lado goloso.

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