Manhattan & Sushi (11): Princesas sin trono.

Salimos del Bar de Julián, probablemente con dos kilitos de más, decidimos dar un paseo por el parque antes de llegar a casa de Bibi. Caminamos entre la apertura del día, y el desasosiego que me producía el poder estar embarazada. Es como si me llevaran los demonios, sin dejarme pensar con claridad; creí en la mirada sincera de Feliciano, en un amor sin prejuicios, y yo pequeña, sin una mano que me tienda, sin una sonrisa, sin un querer, me aferré al corazón de un hombre que volaba con otra mujer.
- Susa, qué te pierdes, anda... .- me dijo Bibi, mientras agarraba fuerte mi mano.
Me devolvió a la vida, cautiva en pensamientos opacos y varias lágrimas recorrieron mi cara. No podía controlar mis emociones: Mario, Feliciano y la posible criatura aferrada en mis entrañas. Yo una mujer de casi cuarenta años con posibilidades plenas de ser feliz y dos problemas y un tercero en camino. Un hombre luciérnaga que ilumina con su propia luz, intermitente y pequeña como un ligero cosquilleo; el otro ilumina con luz fuerte y constante pero ajena a ti, sin encontrar la alegría de vida.
- Bibi, nos sentamos ahí, por favor. Necesito tranquilizar mi cabeza va a mil revoluciones por minuto. Quiero estar entre la sombra del roble y bajo tu abrazo. Después quiero comprar esa mierda de Predictor, vamos a tu casa, hacemos la prueba y después redactamos el comunicado de prensa a nuestros amigos.
- Claro, tesoro, hacemos lo que decidas. Mira, puedes contar con mi abrazo siempre, y no te preocupes por nada, ¿vale?.- me dijo Bibi, reconfortándome.
- Gracias. No te puedes ni imaginar lo que agradezco tus palabras. No sé, siento confusión en todo y creo que debería seguir callada, en silencio y sin intención de mirarme en unos ojos que no me ven, que no me miran.
- Brava, cariño... Anclarse en el pasado es dejar una puerta abierta otra vez, Susa, no te estanques en un tío que ya no tiene nada en común contigo, es como si bailaras en tierra de nadie y tienes que tener en cuenta que para que salga el sol ha de precederle la noche, o para que la calma se aprecie hay que pasar una tormenta.- me dijo Bibi, mientras apartaba con su mano mi pelo de la cara.- Hija, es que no te veo los ojos, tienes una cara ancha para lucirla.
- Jajajajajaja, cabrona... mi cara es redonda, como el sol que radia el día y los buenos sentimientos. O sea que no te mofes de mi cara, que muchas quisieran tener mi cara.
- No me mofo, idiota, te hago espabilar, hacerte sentir mejor. - me besa con una carantoña sonora.
- Oye, son las once y cinco de la mañana, voy a llamar a Lola, no sabemos nada. Supongo que ya estará levantada, ¿no?.- me dice Bibi, marcando el número.
"Hola es contestador de Lola González, en este momento no me encuentro en casa, si sabes mi móvil, llámame si no deja mensaje después de oír la señal..."
- Susa, contestador... le dejo mensaje, ¿no?
Asiento, encendiéndome un pitillo, que Bibi, me arranca de mis labios, para posarlo en los suyos...
- No puedes, de momento, coño... ,- me dice amenazante.
- Lola, cariño... estamos Susa y yo, vamos en un ratito a tu casa, ¿dónde estás?, ¿qué raro, no? bueno, vuelvo a llamar.
- ¿No está?.- le pregunto a Bibi.
- No, me resulta extraño, ¿no? Lola es un animal de costumbres y tan pronto no suele salir de casa.
- Bueno, mujer, habrá salido a comprar el periódico a ver su columna, supongo, o a correr o a comprar el pan...
- Vale, vale.. la llamo al móvil.- me espeta Bibi.
- El móvil está apagado o fuera de cobertura, Susa.- me dice pensativa.
Nos levantamos del banco, nos sentamos en una terraza a tomar otro café, hacíamos más tiempo, dejando que los segundos dieran la vuelta, y volvimos a hablar sobre lo que había acontecido hace unas horas.
- Susa.- me dice Bibi.- sostiene tu mirada a los paisajes que nos quedan por descubrir; entendemos lo que nos pasa siempre que estemos preparadas para que suceda lo inesperado. Todos te vamos a apoyar en todo lo que necesites, porque somos princesas sin trono, pero felices de tenernos unas a las otras, y otras a las unas. Nos comemos los mocos, nos gritamos, pero ahí estamos; buscamos reconquistar nuestro reino, nuestra vida.
- Bibi, te quiero.- me puse a llorar.
Últimamente me encuentro perdida en el atasco de mis pensamientos, y me sumerjo en un mundo algo complejo donde todo adquiere importancia sobrehumana... será que estoy sensible, o que mi cuerpo está sufriendo una mutación o cambio, pero de lo que tengo claro es que el mundo no se para y todo no deja de sorprenderme.
Acabamos el café, el sol irradiaba calor, decidimos entrar a la farmacia. Yo no pude, fue Bibi la que me compró el predictor, quitándome hierro al asunto. Ojalá existiese el mundo donde lo menos importante adquiriera el valor que se merece, y encuentre la paz entre el remolino de mis entrañas.
Me apoyé en la pared contigua a la farmacia, al rato salió Bibi con una diminuta bolsita.
- Joder, qué tía más seca, dios santo... parece mentira que trabaje en una farmacia de cara al público, porque nos corría prisa, si no le dejo el predictor clavado en un ojo...
- No seas bruta, Bibi.. jajajaja...
- Pero, tú no le has visto, menuda raspa.- me dijo levantando las manos en un ademán de mala leche e ira.
- Vale. Vamonos tu casa, por favor.
Me agarró de la mano, me besó y cogimos un taxi.
- ¿Dónde vamos, señoritas?.- un joven taxista nos miró por el retrovisor.
- a la Avenida de la Felicidad, 17. Gracias.
- Susa, vuelvo a llamar a Lola. Si no contesta, nos cambiamos y vamos a su casa.
Lola no cogía ninguno de los teléfonos.
Subimos a casa de Bibi... me di una ducha para ahogar los malos presagios y pensamientos oscuros que tanto me han atormentado estas horas.
Contuve las ganas de orinar como me recomendó Bibi... y después mojé el palito del predictor, y llamé a Bibi.
- Toma, paso, míralo tú y dime lo que sea.
- ¿Hay que agitarlo como los termómetros?.- me dice Bibi con sorna.
- Qué burra eres... jajajjaa.
Nos reímos sin parar, de lo absurda de la situación, de lo que pasaría verme con una tripa, o de lo que feliz sería sin tripa y sin complicaciones.

Susa, derrotada apunto de descubrir lo que le puede cambiar la vida; Chusa rota por el extraño sentimiento de la pasión; Sin noticias de Lola; Bibi bebiendo los vientos por sus tres amigas y su amigo, Marco, desesperado por el miedo terrible a la soledad.
Princesas sin trono, buscándose así mismas.

Susa, Bibi y Lola llegaron a Montepríncipe. Lola en estado de coma. Susa en estado de ansiedad. Bibi pendiente de un hilo. Marco y Chusa en estado de nervios.

Continuará...

Comentarios

  1. Bueno nos dejas con la intriga de nuevo, sabes mantener a tu público ansioso, expectante para la próxima entrega...,me gusta el personaje de Bibi...tan amiga, tan cercana...

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