Hijo del insomnio (microrelato)

Mis noches son como bajar a los infiernos, es un largo camino por donde habitan las almas del río Aqueronte, ocasionando pavor, no sólo a la oscuridad sino al pensamiento. Y ahora mi mundo para lentamente pero mi cabeza no, es el reloj paralizado al revés, hasta el fin de la noche, donde las puertas del averno se abren a una maldita mañana, que se convierte en un peregrinar a ciegas en la penumbra hasta que mi vida encuentra acomodo, se abre al vacío y se inicia una caída en picado. Me estremece la mañana, después de una pavorosa noche.
¿Y ahora quién me quitará la tristeza infinita? ¿Quién traspasará mi roca impasible que pare la furia de mis tempestades? ¿Quién disfrutará de mi amor, cuando rendido, me deje llevar por la espuma gris que desvanece mi vida?
Volar por los mares, perseguido por Caronte, transportando mi alma impávida a través de tu laguna, mi fuego fatuo alimentado por tu pasión. Hades me rechazará porque no llevo el óbolo y besará cerca de mis labios, para ofrecerme el frío temblar del témpano corazón con el que me miras.
No me dejes, no dejes que me vaya. Átame ligeramente a tus buenos sentimientos con el cordel de tus pálpitos y no dejes que más fantasmas cabalguen a sus anchas por mi cabeza, cubriendo mi pecho de batallas latientes.

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