Vértigo

 





Vértigo es la trasparencia de tu alma en la medida de un suspiro, asomándote al abismo de tus palabras.

Vértigo es la creencia de una idea llevada hasta la saciedad, al borde de la locura. De esto se forma esa sensación ilusoria que recrea el vértigo a cada paso, como si esos atormentados pensamientos fueran a desplazarse a marchas forzadas, huyendo de mi estado...

Ese vértigo consume la ignorancia del que no expresa un sentimiento verdadero, llegando incluso a fundir palabras impronunciables, masticadas y ondeadas a media asta en el corazón. Cobardes hechos a medida. Por eso, mi razón más que el corazón, atenta al suicidio masivo de los sentimiento, haciendo que todo se destruya en la inmensidad de la realidad en la que vivo. 

Vértigo es querer olvidar, fundido en la pena que me asiste, y es lo que quiero, pero no se me olvida que aún no puedo olvidarte, porque al intentar olvidarte, es irónicamente mi peor y mayor recuerdo... El tiempo lo hará y aflorará una cicatriz inmensa, como herido de guerra. Eso es vértigo.

Esta angustia generada por el desvanecimiento de los recuerdos rotos se transforma en un témpano de hielo creado en mi interior. Ya no me pierdo y quiero encontrarme, no quiero irme pero quiero que me dejes morir en tu corazón sin latido.

MI vértigo es despertar ausencias y temores y que la existencia solo sea el vicio de una experiencia, retomando una inspiración abierta en unos brazos cercanos y nuevos.

Esa soledad maldita que se aferra tóxicamente a mis sentidos, enterrándolos en terreno árido, con mi voz sin palabras; eso es vértigo.

Me gustaría que el tiempo pasara y alejarme de ti, y acercarme a mi paraíso, sin vértigo, porque harto estoy de besos sin alma, de papel mojado de lágrimas...

Deseo volver a una realidad cierta, a una noche que me ayude a soñar y poder confundirme en el mar... Quiero todo lo que pueda soñar, liberando mi mente y desvanecer mi cuerpo en los remos de la vida.

No intento engañar al tiempo, ni a nadie, porque no estoy hecho para el dolor, pero sé que valdrá la pena por mi, y así ofrecer mi sonrisa al mundo, aunque por ello duela, pero el corazón no dejará nunca de latirme, de sentir que la vida me da y me dará lo mejor, sin ti. 

Eso es lo que cobra sentido: Vivir intensamente cada momento, sin vértigos. 


Pintura: “Raíces de árbol” de Van Gogh, 1890. 

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