sueño de una noche de verano
Esta noche he soñado con Luis Cernuda, me invitaba a un vino dulce y a un bocadillo de anchoas del Cantábrico (y fíjense ustedes que soy alérgico al pescado, pero yo, por Cernuda me lo como todo). Me habló de lo difícil que es amar en estos tiempos, ya ves, me lo va a decir a mí... Al café apareció Chavela Vargas que junto a una botella de tequila bajo el brazo, gritó: “bebamos el último trago”. Reímos y lloramos, recordando lo felices que fuimos. Cantábamos: “tómate esta botella conmigo, en el último trago nos vamos...” Disipábamos el dolor y la poca cordura que teníamos... Chavela se despidió con un beso al aire... Acabamos recitando a Aleixandre y me confesó que no fue feliz en el exilio. Se despidió de mí con un beso en los labios que me supo a gloria divina, mientras sonaba una melodía conocida que ahora no recuerdo. ¡Ah! Sí... esa de ta, tan, tan, ta, ta, tan... Se alejó de la mesa de mármol agitando su mano y susurrando: “Nada es lo que parece. No te dejes ocultar en la nebulosa tristeza, vive querido mío”.
Rápidamente me acordé de esta maravilla:
"No quiero, triste espíritu, volver
por los lugares que cruzó mi llanto,
latir secreto entre los cuerpos vivos
como yo también fui.
No quiero recordar
un instante feliz entre tormentos;
goce o pena es igual,
todo es triste al volver.
Aún va conmigo como una luz ajena
aquel destino niño,
aquellos dulces ojos juveniles,
aquella antigua herida.
No, no quisiera volver,
sino morir aún más,
arrancar una sombra,
olvidar un olvido."
(Luis Cernuda, "No quiero, triste espíritu, volver...")
Pintura: “El sueño del
pastor” de Henry Fuseli, 1793.
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