Extracciones, máquinas y otros defectos...


El médico me prescribió una analítica y ayer decidí hacérmelas, los lunes son malos, por aquello de los excesos del fin de semana... 
Ni Hércules hubiera alcanzado la empresa con éxito, peripecias varias y sobre todo condición humana. 
La clínica es privada y ha cambiado desde hace un año el sistema de atención al paciente... Pues bien, cuando entras, ya entras en el bucle del laberinto. Antes de presionar una maquinita que te escupe un número con unas letras, según tu prueba, a saber: AA, análisis de Asisa... AR (no Ana Rosa) análisis de resto de compañías... el resto lo deduje por sentido común o no: CI, citología... RM, resonancia... RR, radiografía... y el EI, ecografía... le pregunto a una de las amables señoritas (ironía) que están en el mostrador... me espeta:
- Coja número y espere en la salita que tiene allí (me señala con el dedo índice) a que salga su número completo en pantalla... 
- Claro, el número completo, claro... 
Tenía el AR0033 e iba por el AR0012, creí morir, entre los ruidos de mis entrañas... 
Entre tanto, la gente se agolpa entorno a la máquina expendedora de números como si de un sacerdote o gurú se tratara. 
- Señores muévanse a la salita... 
La salita o pseudosalita es un espacio con sillas en hileras al lado de la máquina mágica... 
Estupefacto, mis labios susurran: “vaya mierda” (a lo Amaia).
Por fin me toca el turno como de una lotería se tratará, he de confesar que el rollo turnomatick crea en mi un nerviosismo patológico como señor de 70, mis piernas se mueven sin orden ni concierto, mis manos sudan, vamos un sinvivir... 
- AR0033!!!! 
- yo! 
- A qué espera? 
Mi cara se tornó blanquecina y violácea a partes iguales, ahogando el alma en un jarrón con flores de plástico.
Exhausto, me pide los datos, se confunde en el DNI... Se lo repito tres veces y cuatro la letra. 
- todo esto es muy fuerte... 
- el qué? 
- el sistema este, le digo mientras arrugo con dos dedos el número mágico... 
- Nooooooooo!!!.- me grita.- 
Me dio un vuelco en el corazón, y pensé, al final llamamos al Samur porque saldremos movidos en la foto... 
- Ese número le sirve para la próxima pantalla... para la extracción... 
- ah, que hay otra pantalla... 
Muerto como un muñequito de videojuego sin vida me aproximo a la sala de extracción. Espera. Me quedan unos tantos... y yo sin oxígeno porque la espera estaba condensada con millones de personas. 
Veo llegar a un señor mayor con un sombrero elegante, portaba una carpeta y en la otra mano una bolsa diminuta que contenía el bote de su orina... 
Yo sentado leyendo, veía como la bolsita se balanceaba delante de mi cara...
Terror! A ver si el tipo me hace una lluvia dorada sin yo quererlo... 
bolsita en vaivén y el botecito centrifugado... 
me levanto, horrorizado y veo en la pantalla mi número, entro en la sala, una tipa, de espaldas, con voz ronca me llama por mi nombre:
- Siéntese y eche la espalda para atrás, descubra el brazo y apriete el puño.
Se gira y tantea las venas de mi brazo derecho, yo todo preparado, me dice:
- Qué manía tenéis los hombres con apretar con tanta fuerza el puño.
- Sí, bueno...
- Sí, bueno el qué...
- Nada. Qué es absurdo todo. 
- Este brazo no me gusta, te han pedido muchas cosas y quiero una vena en condiciones.
- Pues tengo dos, elija el que quiera... No puedo quitarme el derecho viene conmigo desde hace 42 años y le tengo cariño.
- Me gusta más el izquierdo, ¿Me dejas este?
- Ya le he dicho que escoja el que quiera, estoy en su manos, y no discutiría con una mujer que porta una aguja tan grande.
Se ríe, al fin la tipa se relaja más que yo. Conquistada.
Mientras me saca cinco tubos, miro a mi alrededor y veo botecitos que contienen muestras dispares que mejor no voy a describir por aquello del buen gusto. 
- Ya acabo, eh?.- Me susurra. 
Nunca he sentido nervios por un pinchazo, tampoco por ir a consultas de médicos. Lo que me pone a vivir es la condición humana, la mala educación, y la tipa que extrae las muestras es una señora insensible y con un punto de carencia de educación y llena de soberbia. 
- Miguel Ángel, has traído la orina? 
- Claro...
- Dame el bote sin bolsa y ponlo en la bandeja, la próxima vez no lo llenes tanto.
En ese momento, me sentí humillado. No hay nada peor para el ser humano que dar muestras de este tipo, al menos para mí, nunca me ha gustado, me parece como algo indigno y si encima la tipa te recrimina que has llenado mucho el bote, ya es hundirme en la miseria. 
- Apriete 5 minutos fuerte en el brazo, es clave.
Lo último que me faltaba es caerme redondo a sus pies, ya sería de melodrama, o que empezara a sangrar por la abertura de mi brazo. 
- Adiós, muchas gracias.
- Por cierto, hueles muy bien. Qué perfume es?
Me río y le digo:
- Secreto de sumario. Buenos días.
Salí de la sala de extracción, altivo, digno, como si no me hubieran hecho nada.
Má. 




Comentarios

  1. Me parto, no te digo lo que hubiera contestado yo a lo de "la próxima vez no lo llenes tanto"... ji ji ji

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares