entre mi mundo y tu mundo

Mientras escucho la música que te gustaba en esta madrugada fría en la que te fuiste, suena entre mis labios un "te quiero", incluso mi alma reclama el suave bamboleo de tu melodía, y no estás... Hoy son once años, ya y el sonido de tu voz al llamarme se fusiona con la nostalgia de los pensamientos que acaparan cada día, porque no hay día o momento que no me acuerde de ti. Te extraño tanto que mis ojos se humedecen y mi piel se resiente en ese pensamiento puro. Pero no estás. 
Recuerdo cada instante, tu cuerpo dormido, las caricias las sentía como un témpano de hielo y los besos eran algo tan cercano que parecían perdidos en la lejanía. No sé cómo me encuentro tan vacío, por el querer como te quiero y mi amor no desfallece... 
Ese cielo, tu cielo se abrió y las nubes hicieron un entrañable pasillo, uniéndote a su espacio infinito con tu espíritu hallándose sumergido en este universo, mi universo. 
Me aferraba a tu mano, a esa inmensidad injusta que venía, cuyos pasos te dirigían a un paraíso escondido, y mi miedo apresuraba a apoderarse de mi ser. ¿Cómo es posible? me dejé vencer ante lo desconocido y estremecí. Lloré. 
Me invade tus melodías de cada canción, mis recuerdos de la infancia, en cada letra, tu sonrisa. Ahora sé que estás sentada frente a la ventana que te conecta a mi mundo, me observas y me cuidas, pero cada recuerdo, cada sueño te busca. Duele. 
Esa soledad es la ausencia de tu presencia porque cada mayo me cuesta revivir los miedos, esos miedos que permanecen en la parte de atrás de la conciencia, al límite con los sentimientos que, además, se agravan con la edad; en la despedida, desde entonces, te echo tanto de menos que a veces noto que me apago poco a poco. Un vacío, un hueco que no hallo en ti, madre, y que en momentos araña estas entrañas mías.
Once malditos años, ese dolor que muerde la ausencia de mi vida frente a la tuya, mordiscos de dolor interno. A veces me culpo, cuando revivo esas 24 horas en las que me aferraba a tu cama y susurraba desde tu libertad, descansa madre. Esa culpa pesa, por dejarte ir, y esa marcha en mi interior me hizo enloquecer y se abre en mi interior una herida en carne viva que gana camino a esa locura que forma el delirio entre suspiros, descontentos y consuelos.
Sé que el tiempo me ayudará y no te gustaría verme triste. Sin temor, lanzaré esos besos al aire para que revoloteando te busquen y estallen entre tus nubes. 
Volveré a ser ese pasajero perenne de este viaje circular, un bucle de la tristeza y no creo que pueda superar la vida sin ti. 
Me agazapo en mis palabras, comprendiendo por un momento que lo importante, cuando me encuentro solo, es asomarme a tus recuerdos, tus consejos, tus reproches, tus enfados y dejar que el tiempo se detenga en este amor que te profeso. 
Fuiste tanto para mi, que es imposible dejar de pensar cada segundo de mi existencia, por una imagen, un sonido, un olor, cualquier momento me deriva a ti. Han pasado ya once  y no he dejado de pensar en los sueños que me contabas, pero ya he perdido la inocencia que nació conmigo, daría lo que fuera porque en tan solo un segundo entender a qué lugar le llamas cielo: mi cielo congelado en ese segundo. Tu despedida. 
Si pudiera abrazarte sentirías cuánto te echo de menos, 
Si en tan solo un segundo tuviera un instante de ti, te diría lo que no te dije a los ojos: Te quiero.
en tan solo un segundo pudiera rozar tus labios... y comerte a besos.
Solo en ese segundo escaparía para ocupar el hueco de tu abrazo...
El principio y el fin de esa eternidad que abrasa mi alma, aunque reviva cada segundo vivido contigo, para tan solo volver a vivir.
Vivir en tan solo un segundo, abrir ese momento a ti, contarte todas las cosas que me hacen sentir... 
Ese segundo lo alcanzo a diario con la imaginación y siento mi alma escapar a tu lado. En ese segundo soy feliz y aprendo a vivir mi vida sin ti. Un día más, un año más y por tan solo un segundo, me hace feliz, verte a mi lado, madre.
Te extraño tanto, tanto como mi amor. 

Te quiero madre, siempre...
Má.

Comentarios

Entradas populares