Hoy igual que ayer...

Quería apartar lo que ya pasó, sin reconocer que ninguno fuimos buenos... borrando los recuerdos, demolerlos, sufriendo, porque pensamos que no teníamos remedio. Volver. La cuenta se perdió. Los hechos se disiparon con los errores que yo mismo cometí. Se hizo el silencio. Un silencio que quedaba. Perduraba ese silencio por ocho años. Perdimos los dos. Estupidez, desconsuelo y fragilidad a partes iguales. 
Morimos en la espera. 
No comprendía nada, ni los días que pasaba sin saber de ti. Me perdí en el tiempo que sucedía sin esbozar o trazar un perdón por mi descuido, y que entrara el aire, dejando que la rutina fuera una de nuestras circunstancias. 

Tan lejos, tan cerca, siempre permanecías como las flores abiertas en primavera, despertando la cordura y el olvido de esa perspectiva. 
Sabía que el receso terminaría, y la amistad volvería a florecer...
Tú me buscabas en cada acorde en la inmensidad de nuestro sonido y yo nervioso evitaba verte porque tenía ganas de volver a quererte, ese quiero querer producía un te quiero tanto

Al recibir tu respuesta, estremecí y un ligero miedo alteró el precipicio del sentimiento. Pero quería volver a estrecharte en mis brazos, y regalarte, como siempre, el hueco de mi abrazo. Profundizar en las cosas perdidas, dejarnos caer abriendo las puertas que dejamos cerrar. Tus manos en mis ojos, bucear entre tus lágrimas, o correr entre tu risa... Eso quería. Por fin, volvimos a creer en nosotros. Alimentándonos como animales hambrientos. 

La lluvia purificó y nos ha hecho simplemente sentir. La búsqueda humedeció nuestro corazón que vuelve a latir al mismo son, porque somos instantes. 
Ya no me quedaré sentado viendo como todo recuerdo se pierde, ahora viviremos juntos nuestros sueños. 
Seguro que ninguno de los dos pensamos ni por un momento, que jamás nos volveríamos a ver. 
Ahora nos queda mucho por descubrir, por hilvanar y recordar los jovenzuelos universitarios que fuimos. No dejemos nunca más esas palabras en vilo, ni la inquietud cerrada. Evolucionamos hacía un deseo mejor: cambiar lo que perdimos, por lo que ahora hemos ganado. Hoy igual que ayer:
Te quiero,
Má.



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