Credo (un 14 de mayo)

Cada mayo me cuesta revivir los antiguos miedos, esos que permanecen en la parte de atrás de la conciencia, colindando con los sentimientos y que se agravan con la edad; el haber perdido una despedida por la que, desde entonces, ando malherido y sin poder mover los pies del suelo, me pierdo en este echarte de menos, apagándome poco a poco. Es duro sentirse hueco, es duro buscarte y no hallarte... Esa fisonomía vacía que protagonizas tú, madre, y que en algunos momentos araña mi alma, oxidando estas entrañas mías. 
Derrumbado en estos malditos ocho años, analizando los porqués, esas conjeturas y pensamientos se vuelven dolor, un dolor que muerde la ausencia de tu vida frente a la mía. 
Dame ese amor al que me acostumbrabas y líbrame de esta condena, poder cerrar los ojos y alcanzar ese instante nuestro frente a un mundo que se inclina. 
Mis días son tuyos. Mi soledad, mía. Ansioso de poder fundirme en tus brazos, y embriagarme con la estúpida primavera de esos claveles rojos de tu piel... 
Son ocho y pesan como quintales de pena viva que en cada segundo mezclan esos recuerdos y esos sueños anclados en mi mundo interior como el vagabundo que da tumbos y sin aliento, y cree en la esperanza de que mis labios inunden de besos tu amanecer. 
Retengo cada momento de esas angustiosas 24 horas, en las que me aferraba a tu cama y susurraba desde tu libertad, descansa madre.
Es verdad que dicen que cuando alguien importante se marcha, algo en tu interior enloquece y en el alma se abre una grieta en carne viva que gana camino a esa locura que forma la espiral del delirio perenne de suspiros, pasos errantes, viviendo un descontento, ajeno al desaliento.
Gratitud es lo que llevo en mi maleta como motor de  esa cordura y sensatez que me inculcaste, sin temor,  sé que el tiempo me ayudará a volar.   
Seré lo que soñaste que fuera, y gritaré, en el vacío de mi desnudez, que te debo la vida.  
Lanzaré esos besos al aire para que revoloteando busquen tu cara y estallen entre tus nubes. 
Yo seré un pasajero más de este viaje circular, ¿dónde está el sueño? Me entristece no saber si ese hilo, entre lo que digo y callo, es el gran intervalo de mis miedos. 
Superaré la incertidumbre de vivir la vida sin ti. 
Te quiero madre... 
Siempre... Má.

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