...pequeña historia de amor...


Tenía todo el tiempo por delante, tanto tiempo que parecía muy difícil de contar, libre e infinito, sin contención ni vallado que le contuviera. Tenía tanto tiempo a su merced, que terminó sin darse cuenta, desbordó despacio, como la ola de un mar en calma que arrastraba a las profundidades.  Hay palabras que simplemente enunciadas, producen más efectos que las pensadas, hay acciones que empezadas, terminarán solo con su mera extinción de la propia acción, como algo que no puede detenerse, solo hay que saber cuánto tiempo se tiene que esperar. Así encontró la mañana a la perdida nostalgia de una noche que fue. sobre las horas nocturnas, deambulaba entre las sábanas de una cama que arropaba soledad. El tiempo muerto de su pensamiento no le hacía conciliar el sueño.  Así la noche terminó su ciclo de reinado, para ocultar arbitrariamente las simples y pequeñas cosas que el sol no puede ni sabe de ellas distinguir, y en esa selectiva acción de ocultar lo innecesario, deja marcada su esencia, su mágico don de saber iluminar. De noche vivía, de día moriría. 
Así encontró la mañana a esa bohemia noche que parecía durar eternamente, así la noche sin que se llegase a extinguir, se supo ocultar, olvidó algunas estrellas en su retirada, que extraviadas de su entorno, solo destellan en su agonía final. El sol comienza a fortalecerse ahora, ya está amaneciendo, ha llegado el final. El día no terminaba nunca, las horas tan largas despedazaban la paciencia de ese silencio profundo en medio de la inmensa tristeza. Quería la noche como pretexto a consumar, allí podía amar. Podía sentir. Podía ofrecer el inmenso amor que sentía. 
La luz le hacía pensar en los momentos vividos: El minuto de una caricia, el instante de una mirada, el último beso robado, las carismáticas palabras pronunciadas en la despedida.  
Esa noche que no la olvidaría jamás,  eran sus ojos los que le mantenían vivo, su sonrisa le alegraba el alma, sus caricias, sus besos, su aliento, la chispa que tanto extrañó, su todo de ti, sí todo en ti. De cada amor, guardaba la esencia en una retina líquida que convertida en sentimiento hacía latir con fuerza su corazón. 
Todos los pensamientos quedaban sumidos bajo una tormenta de deseos, de anhelos... Ya no le importaba el sol que no apareciera en la mañana. 
Todo su amor creció de repente en el lugar perdido rompiendo cualquier espacio velado. 
El tiempo parece haberse congelado por un momento quizá los besos eternos en ese cielo gris cuyas gotas adornaban los cuerpos, así, creyó, ahora, que sí podía amar, marcando un gigante corazón rojo sobre el 14 de febrero.  

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