n a d a n d o A әʇuәᴉɹɹoɔɐɹʇuoɔ EN tuSonrisaDePerfil






Me llamó la atención, no sé por qué, las pequeñas arrugas de expresión junto con esa mirada que me revolvió; cauto, te movías nerviosamente entre mis pasos... Comencé a distribuir mis palabras sin ninguna necesidad amarga, salían disparadas como parapetes directos desde el corazón... 
Vestías de color ocre, el primer día que a mi puerta llamaste, un encuentro, piel con piel, deseo con deseo.
Ocre, ese color básico de la paleta formado por el azul cielo, el amarillo sol y el rojo sanguina, esa mezcla, envolvió por casualidad tu presencia terrosa utilizando  los mensajes gestuales, realizados, estudiados de modo artesanal. La naturalidad emergía con cierta nostalgia. 
Tu comisura me provocaba para aferrarme a comerte a besos, y en tan solo  cinco segundos ya estaba colgado de tus labios...
Reticente, tu aroma me obligó a respirar y a controlar las excusas, el vacío de la soledad del atardecer, que con el nerviosismo se iba acelerando... 
De encuentros casuales, hablamos, enredados entre las mieles y el trigo del atardecer... Me volví líquido, entre gemidos, sobre tu cuerpo desnudo, y esbozaste una sonrisa de perfil; sin duda, sembraste el misterio en mí. 
Contagiados de alegría, prometimos volver a mirarnos, sin hallada respuesta. 

Pasado el tiempo, volví a verte, con ese brillo en los ojos, y bajo la premisa: "siempre he confiado en la bondad de los desconocidos", echándote de menos y el contacto de tu piel hizo despejar cualquier duda de que ya no éramos desconocidos... 
Medianoche, frente al abismo de los sentimientos, dos tiempos muertos, miles de preguntas, no hallamos respuesta, horas muertas que destruían la realidad, nublando la vista... 
Sentí viajar en tus ojos, mientras buceaba en otros planetas de tu piel, buscando vida... Me daba cuenta que el calor de tus mejillas, contrarrestaba  el nublado de tu mente...
Conocerte al fin, compartir, ayudando a aliviar una culpa que nos ata a una razón desmedida. Latido tras latido con una melancolía licuada entre los restos de una cama deshecha... 
Dos causas perdidas, entregadas y devoradas por la labor de una única verdad:  la pasión de vivir a través de pactos y de promesas selladas con besos largos, intensos y un único mensaje: la mirada de unos ojos sinceros, líquidos.



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