azul inmensa

Desde los trece años, afianzamos más que el lazo familiar, en un coche, yo sentado en medio de ellas,  bajo el sopor de la noche de un día perdido de julio, en un lugar de la nada, una carretera y una brisa con olor a mar. Entre preguntas tímidas, risas ajenas a los tres y el interrogante de ¿Cuándo llegamos?. Se hizo eterno el viaje hacia nuestro destino. Nos conocimos aquí, me lanzaste hacia tu alma por los años de los años. De la noche a la mañana al pie del cañón. 
Éramos adolescentes en plena ebullición cuando sentí el feeling recorrer mi existencia... Veranos maravillosos en el pueblito de la playa... Veranos inmensos de ternura e inocencia en la ciudad en la que no se puede ser ciego...
Pasaban los años y vagaba lejos de su vida, sin señales, pero era curioso que nunca perdí la confianza en ella, ni ella en mi, alejados pero unidos como si nos cogiesen con lazos invisibles ajenos a los ojos de los demás. Siempre ha sido así.

Así hasta hoy, se desvive por hacerme sentir la paz, por crearme los buenos momentos de ayer, de hoy y de mañana, momentos de los dos, confidencias, secretos y miradas de complicidad para cerrar en ambos corazones bajo la misiva "puedes contar conmigo". 
Atrás quedó la ingenuidad para dar paso a la creencia de que estás ahí, al otro lado, cercana en la lejanía de los pensamientos y poder echarte de menos en los momentos duros.  
En esta ocasión mi encuentro, después de cinco años, los cinco años que mi madre no está con nosotros... El miedo de volver a la tierra que me vio crecer, o quizá me sentía cobarde por tardar tanto en volver e inundarme de olores, sabores de ella,... Es como la prolongación de un amor de verano, de un placer para el alma, de crecer en horizontal y no olvidar, por eso de repente, encontrarme feliz bajo la inmensa azul que expande su sonrisa, sus ojos tremendamente azules y su eterno cariño. Fue como volver a sentir a la mujer de mi vida: mi madre. 
El viaje de vuelta, me partió en dos, recorrí cada kilómetro de mi memoria para desembocarlo en la visión borrosa por mi rostro y esbozar una sonrisa por quererte tanto, prima. 
Mi gratitud por hacerme pasar unos días tan bonitos, y desprender de mi corazón esa telita negra que crea el duelo por un ser querido. 
Te escucho, te siento, y ahora sé que las noches no mueren, despiertan en un día soleado. 
Te quiero tanto, mi vida.
cercana estás, A.

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