OSCURO


La luz se cerraba en cada esquina y el suelo brillaba por la recia lluvia que había sofocado el calor por momentos de este mes de septiembre. Cumplíamos diez años juntos, agarrados, como adolescentes, paseábamos por la ciudad, dejando a nuestro paso los restos de besos usados, abrazos cortados, y los "tequiero" susurrados.
Caminábamos lentos, como si nos fuera la vida en ello, y el luminoso del hotel hizo de llamada para alcanzar la causa de por qué nos amamos.
Entramos, y Marco se empezó a encontrar mal; sudores fríos cercaban su frente, y su piel tornaba blanquecina, temblores hicieron a Eva tumbarle en la cama y llenarle de besos, hasta que Marco quedó dormido.
Eva se acercó a la ventana para asomarse por el calor asfixiante, abrió a la luna para que se comiera la oscuridad de su habitación... mientras Marco postrado en el sueño, febril...
Volvió a llover, refrescando el ambiente, Eva se encendió un cigarrillo salió al balcón a respirar, viendo a su marido dormir, sonrió.
Le aterraba convertirse en otra mujer sola, a su lado, y pensaba que el amor no es rutina ni distancia, que el amor se hace con el alma y era la causa de todas mañanas.
Una inhalación de humo de tabaco, le hizo sentirse fuerte, echada en el balcón, sumida en la noche de estrellas fugaces y deseos prófugos, divisó una figura en medio de la plaza, parecía un hombre, vestido de oscuro, gabardina, sombrero y bastón, estaba inmóvil e hizo que Eva se avergonzara de estar asomada, entrando por la ventana un pudor absurdo así que tapó sus hombros desnudos con su chal.
Inquieta, decidió retar al oscuro hombre pétreo de la noche y le siguió observando, como si le recordarse a alguien familiar...
En tan solo un momento, el oscuro comenzó andar en dirección a la puerta del hotel, Eva, nerviosa, vio que Marco dormía plácidamente y no quiso despertarle.
Ella pensó que era un huésped del hotel y no le dio mayor importancia, cepilló su cabello frente al cuerpo dormido de su marido, y se vistió con el camisón de satén negro, insinuante, que al tacto, hizo que su piel y pezones se le erizaran erectos, firmes, seguros.
En el exterior de la habitación se oían pasos, Eva, incómoda, se aferró detrás de la puerta, pegando su oído sigiloso, su respiración se hacía más evidente, excitada, surcaron en su labio superior pequeñas gotitas de sudor.
Su pecho ventilaba rápidamente, ante la llamada a la puerta con el empuñe del bastón... Eva tartamudeando lanzó el quién es... Una voz grave, contestó "soy yo, abre, tranquila.."
Mira hacia la cama, Marco en el limbo, y Eva en el océano de la incertidumbre: entre la estupidez de abrir, y la histeria de un grito seco.
"Abre, yo te enseño a nadar..." susurró la voz.
Sin mediar palabra, Eva abrió la puerta, angustiada, la figura oscura entra en el quicio de la puerta. Eva inmóvil se encuentra frente a frente con el hombre oscuro, la agarra del brazo, la acaricia el rostro provocándole una excitación natural, y la besa apoderándose de su rostro, empujándola al deseo del beso casual.
No se miraron... Eva se deshizo en un ademán de cerrar la puerta y él desapareció sin más, difuminándose en la oscura noche.
Con sólo un beso y un encuentro accidental, la llenó de ilusión.

Comentarios

  1. gracias a la ilusión hay muchos días que se sigue adelante, precioso relato.

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  2. En esta vida, hay que tener "alicientes", nadie es inmune a ellos, son necesarios en la vida para poder seguir viviendo. .....

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  3. La mente humana es muy poderosa. Tu mente guía muy bien tus palabras...

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