Larga Espera...

MAÑANA.
Quería aislarse... No sabía muy bien donde sentarse, después de lo ocurrido, recorrió con la mirada cada una de las mesas del bar, y entre tanta gente, escogió la más alejada del ruido y del chasquido de la máquina del café.
Se acomodó entre recuerdos, miedos, y una caja de zapatos, pido un licor de melancolía, que bebió de un trago... se descalzó de sus zapatos rojos de charol, sacó de la caja unas deportivas desgastadas, e incorporó los rojos dentro... Empujó sin ganas la caja como despidiéndose de una losa.
Empezó a llorar, y entre sus manos recogió el roto de su alma... en trocitos, restregó sus grandes ojos y miró en su interior, dibujando en el aire: su larga espera.
Esperó a ver si sentía algo, y lo único que consiguió mover fue sus dedos largos y finos, entre la tristeza, sobre la mesa de latón, y varios vasos vacíos de suspiros.
AYER
Ilusionada, corrió hacia la ventana para ver si hacía frío, sacó su brazo como si quisiera coger la temperatura exterior y hacerla suya... Eligió su ropa minuciosamente, porque se había encontrado con unos ojos que bellamente rompieron su rutina; zapatos rojos de charol, vestido corto, y una diadema al pelo suelto... poco maquillaje y mucha realidad.
Prendió un cigarrillo, mientras esperaba al autobús, y aspiro en una bocanada toda la oscuridad que había tenido en estos años, la razón de su existencia.
Contemplaba a través de los cristales, que la ciudad emergía entre los empujones de la fe, la quimera y la utopia...
Llegó a su destino.
HOY
La locura la permitía reírse sin las sombras tras de si, y poco a poco fue recuperando lo absoluto.
Esperaba en su destino. De pie. Apoyada en una columna de la entrada del cine donde había quedado con su príncipe. Vestida para la ocasión. Se examinaba su atuendo, y sólo logró pensar al ver sus pies juntos enfundados en sus zapatos rojos de charol, que Dorothy tendría mejor suerte que ella. Parecía sacada de una caja de música, tan frágil. Entre sus manos un pañuelo que empapó de las finas lágrimas que caían de sus ojos, empañando el espejo de su alma. No vendrá, susurró.
EN LA LARGA ESPERA...
Su andar denotaba desdicha, desasosiego... permaneció largo tiempo perdida en los momentos vividos. El tiempo ya no transcurría. Su rostro se endurecía y auguraba pesares. Se aferró a la razón de su olvido, a la prueba de su amor. Bostezó. Gritó tragando la angustia y el abandono.

Dedicado a Marisol, que siempre ha creído en mí, glorificando cada parte de mis ideas...

Comentarios

  1. Quiero decirte que el relato me ha gustado mucho me parece muy original. Nos cuentas el final de la historia y luego paso a paso lo que le sucede al personaje en tres tiempos. Muy bien.

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