Manhattan & Sushi VI: Universos Amalgamados

Dejamos por el momento el tema Angus para otro día... Y Marco y yo nos marcamos unos bailes, algo bebidos, tambaleábamos como si bailáramos la lambada... Bibi, se nos acerca con la copa en la mano:
- Chicos... ¿Estáis bien?
Marco le arrebata la copa a Bibi y se la bebe de un trago; le muestra una sonrisa descarada.
- Está claro que no, no estáis bien.- nos agarra del brazo a los dos y nos sienta.
- Ya veo que estáis en una exaltación de la amistad... os habéis bebido hasta el agua de los floreros... decidme... yo quiero también esa exaltación.
En ese momento, Marco pide tres manhattan, a media voz y entre risas.
- Creo que no deberíais beber más, no voy a poder con vosotros... .- nos dice la Bibi más maternal.
- Sabes lo que me dijo el último tío con el que estuve en la cama, era perfecto, era ideal, lo quería para el padre de mis chinas, negritos y rusos... .- nos dice Marco triste, borracho, agarrándonos las manos fuerte como si tuviera una contracción de parto.
- me dijo... No quiero necesitarte porque no puedo tenerte... veis? No supe que decir... ni qué hacer...
- Joder Marco ¿y ahora nos cuentas esto?.- le acaricia Bibi.
- Ya... bebo ahora, ahora estoy triste, y es ahora cuando me acuerdo de él.. en mis momentos de bajón... y por un lado soy feliz por tener amigas como vosotras que soportan un gay relleno de drama y tragedia... toda mi vida es de color negro; soy un gay atípico, debería ser rosa, pero soy puro negro...
- Anda, anda... .- levanto mi Manhattan y digo: ¡Por el drama, Marquitos! ¡Viva el drama!
- ¡Qué viva! ¡Viva Marco y su idiosincrasia!.- medio a tono, Bibi.
- Hija, Qué culta... .- se bebe el Manhattan de un trago.- Excepto beber que difícil me resulta todo, Chicas.- Marco llora desconsoladamente.
- Venga, hombre... tranquilo, desahógate, cuéntanos qué paso con el tío.- le digo mientras le beso en los labios.
- Un cobarde... un casado con tía, ¿eh?.- mete la cabeza entre sus brazos y prosigue.- que cada vez que terminábamos de follar, se separaba de mi, como si fuese un leproso... Llegó a decirme que el maricón era yo, que él no...
le interrumpo diciéndole:
-¿Pero cómo se te ocurre follarte a un casado? ¡Qué hijodeputa!
- Oye, Susita, que yo no voy pidiendo por ahí el estado civil de las personas, claro, que tampoco voy soltando un "te quiero" a diestro y siniestro... Bibi, amor, otra copa...
- No, rey, está bien, así... .- le calma Bibi.
El camarero acude a nuestra mesa al ver la exhibición que teníamos montada y Marco le dice:
- Oye, macizo, ¿tú estás casado?.
El camarero con una sonrisa que cautivaba hasta un muerto de días, le dice:
- No, pero si me esperas, termino en veinte minutos y te acompaño a casa.
No dábamos crédito... La noche parecía una eliminatoria de un concurso; Lola eliminada en primera y castigada sin postre; Chusa estará botando sobre su colchón viscolástico; Ahora Marco, que se iba en veinte minutos con el guapo camarero. Nosotras nada...
- Estoy borracho, Chicas... qué vergüenza, yo tan fino, tan ... y esta noche no podré tener una erección... soy lo peor... ¿Compro la pastillita azul? ¿la venderán en la farmacia?
Negamos inmediatamente, le acurrucamos y le sacamos a la puerta para que le diera el poco aire respirable en una ciudad en pleno mes de agosto a las cuatro de la mañana.
Marco empezó a llorar... y Bibi le soltó una hostia en la cara, diciéndole:
- Pero eres gilipollas o qué, quieres que te vea en este estado lamentable, mira, soy capaz de irme con él, y aunque sea le hago una mamada, que tengo una buena lengua, no solo para criticar, sino también para mamarla... o sea, que levántate, y haz que estemos orgullosas de ti, maricón.. qué mira tú la suerte que tienes...
Yo asentí y puse de pie a mi amigo, le miré, le besé y limpié su rostro de lágrimas. En ese momento apareció el efebo y Marco se recompuso como si nada hubiera pasado.
- ¿Qué nos vamos?.- dijo el camarero.
- Cuando quieras.- contestó Marco guiñándonos a manera pícara.
Nosotras sin articular palabra le espetamos a modo de mímica:¡Qué mo-rro ti-e-nes!
Nos quedamos solas, nos agarramos como Manolas, del brazo, suspirando y abanicándonos con ímpetu.
- Susa, ¿Un café completo?.- me dijo Bibi quitándose los zapatos.
- Claro que sí, un café completo... le dije sonriendo.
Anduvimos un buen rato; Agradecí el silencio de la noche que esperábamos que el destino obedeciera a nuestras esperanzas, ya que es un misterio, puro y absoluto, como el amor.

CONTINUARÁ...

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