A todas esas cosas
Y tu me enseñaste
Que son maravillosas
Sutil llegaste a mi
Como una tentación
Llenando de ansiedad
Mi corazón."
Varias copas destiladas de vino tinto se dejaban ver por el suelo de la habitación... Martina acaricia los labios de Lucía, siguiendo el compás de la música...
"Yo no comprendía
Como se queria
En tu mundo raro
Y por ti aprendi
Por eso me pregunto
Al ver que me olvidaste
Por qué no me enseñaste
Como se vive sin ti?"
Se besan fundiendo sus cuerpos de kilómetros de piel en una sola. La noche adquiere pasión por cada poro de piel de las amantes.
Lucía se incorpora y se sienta en el suelo, apoyándose en el cuadro de la cama, Martina, se une a ella del revés, bebiendo de su boca, el resto de una copa de vino.
-"¿Qué quieres, amor?", susurra Martina en el oído de Lucía.
- "Nada, mi cielo, disfruto de la madrugada, disfruto de este silencio contigo", le dice besando a su amante con los ojos cerrados, inmóvil, entrando de lleno en la madrugada, tan solo la luna de testigo, muda, se abre a las amantes.
Son un sueño, un anhelo cerrado en una pasión desnuda. No existe nadie, simplemente el amor que se profesan, como si se acabase el mundo, bajo un simple secreto, son dos peregrinas del amor, de la pasión...
Amanecieron entre sus brazos, el sol entraba por la ventana, sin llamar, la luz del cielo, iluminó la escena de las amantes.
Lucía se metió entre las manos de Martina, ocultándose de la luz, entre risas, vuelven a besarse, a acariciarse, a amarse...
-"Cariño mío, fuego de mis entrañas, tú me acostumbras a todo esto, y ahora irme y dejarte aquí en el amanecer frío sin el calor de mi amor..."
-"No te preocupes, no te olvido, ya te echo de menos,... no quiero perderte."
Se desayunan, se despiden con un hasta pronto.
(Homenaje a las mujeres agredidas por dos seres cavernarios en un restaurante en Madrid)
Sensibilidad, empatía y tolerancia es lo que falta en esta sociedad..
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