avinagrado...


¡¡¡Dónde coño habré puesto la leche!!!, me dije para mis adentros; mientras me sacudía a mi mismo, porque me había levantado de la siesta con mala hostia... como siempre, solían decirme. Tengo mal despertar, sí, qué pasa... me jode, me jode abrir los ojos, levantarme de mi letargo, sonreír o articular palabra nada más levantarme... si la siesta dura 20 minutos vamos bien, pero como esté más de una hora, la hemos cagado, sobre todo los que estén a mi lado... y no te digo hablar por teléfono o que la causa de mi despertar sea el teléfono...
Había reptado desde la cama al baño, y del baño a la cocina, sudoroso, cogí unos plátanos, unas fresas, y la leche... mi mala leche ya la tenía pero era odioso tener que hacer el batido de mi mala hostia: la mala leche, las fresas, los plátanos, las galletas María... y todos los problemas que rondaban en mi cabeza, azúcar (para que no fuese tan amargo como mis sentimientos), cogí la batidora y mezclé bien a lo me cagüendiez.. mi rostro dibujaba media sonrisa a desgana, y mi mirada a lontananza.. trituré todo, no quedó nada, y me lo bebí en un suspiro, mojando mi garganta y mi alma de dulce sabor y conseguí tranquilizarme. Volví al baño, observé mi cara avinagrada, y cual es mi sorpresa, la aparición de un grano... era el grano y después yo.. maldecía en hebreo hasta la saciedad.. ¿qué coño había pasado en la siesta? Por qué a mi, a mi, por los cuernos de la luna... entre mi panza que avanza, el grano y mi amargura, no podré aguantarme... Pensé si reventarme el grano o el cerebro de un plumazo... opté por el grano, por aquello de la limpieza del espejo, sería menos trabajoso.
Sortee todos los cosméticos que aferraba mi armario del baño, todos los potingues existidos y por haber en este mundo... y tan solo con dos deditos, el granazo murió, a modo de venganza, y despido cruel del pequeño chorrillo de sangre por mi frente. ¡Cómo dolió el cabrón, seguro que se reencarna como la suegra pesada, la vecina petarda o la prima que te jode la tarde, hablando sin parar de lo bueno que es su marido... !
¡Lo mejor estaba por venir!, pensé, mientras esnifaba el alcohol de quemar ahogado en el algodón para parar mi reventón en la frente...
Creo que me viene una pequeña depresión, solté a media voz, después de apurar mi batido de mala hostia y limpiarme un bigote blanco en mi labio superior.
Me abandoné a lo nómada, atrapado por el sofá y por un programa infecto vespertino, sin hacer nada, ni siquiera pensar de lo triste que era mi vida.
"Sacabó" engullí para mis adentros. Hoy no tengo un buen día y punto.


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