Servicios Públicos


El gesto de mi cara cambió al ver a la persona menos indicada, sabía que todo iba a salir mal.
Tomé el vaso, del que me había arrojado horas más tarde, pero estaba vacío, contenía los sentimientos ahogados y el desasosiego más puro.
"Perdona.. llénamelo, pero ahora, cárgalo un poquito más... así estará tan amargo como mis sentimientos." -le dije a la camarera, que vestía moderna, un quiero y no puedo, rozando lo hortera, sólo me gustaba el lunar en la comisura de los labios, juguetón y seductor.
Ella se colocó las tetas, entre su escote, y con una media sonrisa forzada me dijo: "¿te piensas que te voy a preguntar qué coño te pasa? vas listo... tengo problemas como tú y los podemos cambiar como cromos...!"
Me quedé absorto y penetré mi mirada en la copa, buceando en mi pensamiento: "seguro que será una buena persona, pero que equivocada que está".
"Toma unos cacahuetes, que hoy me siento generosa."
En ese momento mastiqué las palabras, mientras movía mi butaca giratoria hacia el espectáculo de la grada: "métete los cacahuetes en ..."
Me interrumpió la fauna nocturna, borrachos de segunda, ahumados como bacalaos, superfiesteros con boca torcida... En ese momento sentí una náusea seca, previo aviso de que tenía que irme y sentir el frío exterior, que por dentro era un témpano de hielo y allí nadie me iba a calentar.
Necesitaba consuelo, alguien con quien hablar, alguien con quien compartir un minuto de mi vida, sentirme importante sólo, sólo dos minutos. Los dos minutos venían de una mediocre noche, cuando encontré problemas en el camino de salida y la borrachera de algunos integrantes, el show dejó mucho que desear. Decidí marcharme... una bofetada de aire húmedo me despertó de mi letargo, caminé sin rumbo.. me senté en un banco desierto del parque al que solía jugar de pequeño, y volvieron los temidos recuerdos.
Metí la mano en el bolsillo de la chaqueta y acerté a coger un caramelo de menta, para avivar más mi cuerpo que parecía inerte ante las malas sombras de tormento.
Una voz irreconocible me despertó de mi profunda evocación: "¿Está usté bié?".- levanté la vista, pesada como mis sentimientos, quintales de locura, amor y odio, mucho odio.- "Muchas gracias, estoy bien, triste pero bien".- acerté a decir.- una mujer corpulenta vestida de verde manzana, tiraba de un carro grande de limpieza, un gorro que sólo se veía sus grandes ojos verdes y una gran sonrisa pintada de rojo.
"¿Quiere usté un abrazo?.- Asentí inmediatamente... había entrado en calor en tan solo un segundo.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares