NARCISO


Al entrar en casa vi que el retrato estaba movido, la cortina ejercía el movimiento pendular a causa de la brisa que embestía, juguetona, en la habitación.
Encontré a Teresa tirada en el suelo, con un billete de diez euros en la mano y el teléfono inalámbrico en la otra. De repente olía a quemado, fui corriendo a la cocina y el horno chamuscaba sin compasión a unas pequeñas magdalenas de frambruesa que tanto le gustaba cocinar.
Las saqué rápido y las tiré a la basura antes de que Teresa despertara de su letargo. Sufría Narcolepsia desde los veinte años, a veces la somnolencia es tan repentina y tan intensa que le produce un "ataque de sueño" y los sufre durante varios momentos al día, durando desde pocos minutos a más de una hora.
Cuando despierta, padece alucinaciones vívidas en que ella misma tiene ilusiones visuales o auditivas, al inicio del sueño o, con menor frecuencia, al despertar. Las alucinaciones son semejantes a las de los sueños normales, pero más intensas.
Una mañana me la encontré sentada en el WC y cuando despertó sollozaba como un bebé, gritando que tenía hambre.
La dejé tirada en el suelo, esperando a que despertara antes de irme a hacer la compra, porque luego se pone imposible ya que desde murió su gato Narciso no levanta cabeza.
"Candela, veo a Narciso en sombras pasear por el alféizar de la ventana, me saluda con su pata peluda y una gran sonrisa.."
Atónita me quedo cuando me lo cuenta, "Teresita, Narciso ha muerto hace cinco años... no puede volver de donde está."
"Sí, claro... mira lo que dicen de los famosos que han muerto, que en realidad están todos vivitos y coleando, pues lo mismo de mi Narcisín"

Me imaginaba al gatucho en manos de Marilyn Monroe o jugueteando con La princesa Diana.. uff me estoy volviendo loca, pensé.
Teresa despertó mientras me tomaba una tisana reconfortante y que ayuda a mantener mi espíritu sereno.
"¿Qué tal, cariño?"
Vuelve su mirada hacía a mi, una mirada perdida, mirando en lontananza, los ojos vueltos, el ceño fruncido, atravesándome la cabeza a lo pincho moruno, clavándome su profundo mar revuelto y me endilga: "Candela, he vuelto a ver a Narciso, me dio diez euros para que llamara a telepizza..."
Me dispuse a tranquilizarla con mi verborrea, pero me mandó callar diciendo:
"no nos poníamos de acuerdo en los ingredientes de la pizza, por lo no pude resistirme..." Se levantó tranquilamente, como una figurita de goma del playmóvil, los músculos, a bandazos, consiguió ponerse de pie. Me acarició la cara, como ida o puesta hasta las trancas de medicamentos, me cogió de una mano y me llevó hasta la cocina.
Hallamos en el microondas a Narcisín, bueno, lo que quedaba de él, de ahí que oliera a quemado y no las magdalenas de frambruesa.

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