Pequeño diario de un hombre solo sin gato. Día 1.


Agolpado con un té matcha helado, mis pensamientos, en este caso sobre la experiencia vital que estoy llevando y que no es una prueba más de la vida, esa que últimamente no me sonríe
En la gramática de mi vida, soy un punto y seguido.  
Estoy atrapado entre pensamientos oscuros y esperanza de saber. La sensación de estar atrapado, como un sedimento, queriendo flotar y dejar ese peso muerto, dar por terminado ese compendio de materia purulenta, ese puto viaje al fondo de la pesadilla. Voces sobre mi cabeza, sin tener ni idea sabiendo lo alto que puedo volar.  
Por prescripción médica debo descansar y estar tranquilo. A primera hora de la mañana, intento que me alcance un rayo de sol por la ventana de mi habitación del hospital. Observo que aún no ha comenzado el día, y la pequeña brisa que entra consigue arrancarme una sonrisa y un suspiro. Disfruto el rato, respiro profundo, me dejo acariciar por la brisa que aparece de pronto y me dispongo con buen ánimo a desayunar, pese a su contenido. 

Sigo en la ventana, donde el jardinero está a sus quehaceres, mientras estoy enganchado a varios líquidos trasparentes, intento volar, volar alto, intentando huir de este Reino de sanar y levitar sobre el dolor. 
Caída libre. Un pinchazo aquí y otro allá. Sigo levitando en el dolor. 
Pero esta mañana el jardinero del Territorio comanche me obligó a tomar otra ruta huyendo del remolino húmedo que elevan los discos afilados de la máquina podadora. Es como si la brisa la hubieran apagado del interruptor, de manera que mis pulmones dejaron de tomar el aire fresco. Seguía en mi nirvana, como si mis pensamientos fuese una gran máquina excavadora hundiendo sus grandes pinzas en un terreno fangoso. Necesitaba que me dejaran en paz esos cuervos blancos con cara de pocos amigos. Me detuve en mis pensamientos, obligado a regresar, tal vez porque no existía en esa realidad, tan solo a recorrer 15 metros cuadrados de una habitación absurda, blanca y supuestamente infectada. Todo eran supuestos fortalecidos de ingenio para adecuarse a una mentira buena, mientras yo buscaba vida en otros planetas. 

Junio de calor y julio de angustia, ¿cómo será agosto? Ya era otro día. Dormí mal, desperté con sensación de pesadez, hasta que la ducha-gynkana hizo efecto y desalojó al cómico malo, incómodo, irritante, grotesco, absurdo o caricaturesco. Me pasa mucho eso, sentir otra persona en mi interior que está más viva que yo, al menos más activa, ametrallando el pensamiento a tiempo completo. A veces me hago la ilusión de que se trata de un impostor, pero se manifiesta con tal intensidad que al final del día termino creyendo que él soy yo.
De madrugada me tomo la pastilla que me induce al sueño, más dos más, y lejos del olvido, sueño. 


Fotografía: Nobility and Landed Gentry

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