Risa herida

 


Esperaré a que con tu risa vueles la profundidad de mis huesos de este terrible invierno; deseo de brillar, de no tener dobleces de un dolor perdido y que ha hecho estallar en cien mil pedazos... Venido a bien, sin provocar, reír y encontrarte como la princesa y los príncipes que sois, con vuestros zapatos de charol rojo en la entrada del letargo de amar.

Ríe, ríe fuerte de tirada infinita, que se escuche en el más allá como eco de tu felicidad, y hazla contagiosa, porque tu ánimo depende sustancialmente de la posibilidad de ser feliz. De mi felicidad.

Quiero darte el virus de la felicidad, porque a veces la vida tiene estos silencios, estos paréntesis donde las horas se quedan pétreas e inertes avanzando en un cabalgar hacia la soledad infinita del fin.

Por eso, mi soplo de oxígeno azul encarnada en mi risa, hará que tu vida no haga vaivenes de nostalgia desmedida, y te reconforte la paz de un futuro próximo.

Detrás de la tormenta, viene la victoria sobre la herida, y el triunfo de la sonrisa.


Pintura: “La mesa herida” de Frida Kahlo (1940)


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