S u e Ñ o q U í M i C o





00,00 horas: Solo daba vueltas en la cama, mi respiración se agitaba por momentos por la rabia de no poder dormir... me cago en la puta... ¿será posible?.

Me imaginaba historias a través de las ranuras que formaba la persiana, que como sombras chinescas se proyectaban en una de las paredes de la habitación... Quería colarme por una de esas ranuritas, volverme invisible...

00,30 horas: Nada, aquí sigo, apretando los ojos como si me fuese la vida en ello; he recorrido la cama como el mapa de mi corazón, de oeste a este, de popa a proa... y nada... desierto.
Todo se debe al café cargado que tomé en el bar de enfrente, ese bar, donde nadie entra porque no hay nadie, qué valor, si es lo mejor que te puedes encontrar hoy en día, que no se pueda compartir la misma respiración. NADIE.
El señor vinagre, regente del bar, un hombre calvo con barba fosca al que saludo muy amablemente, y él me contesta con un rebuzno sacado por casualidad de la parte de atrás del diafragma.
Pensé: este señor necesita follar como la mayoría de la población española, que le enjabonen la espalda y verás como se le dibuja una sonrisa de oreja a oreja... claro, que mis alumnos dirán lo mismo de mí, El hombre Serio, me llaman en el trabajo, y no quiero saber como me llaman estos seres adolescentes, proyectos de delincuentes en potencia.
Las horas que son y yo sigo con estos pensamientos absurdos. 

01,15 Horas: Sigo pensando, mi cerebro va a mil por hora, ¿pero qué coño tengo que pensar YO a estas horas? Schssssss! callarse, neuronas, a dormir... Verdaderamente, no me extraña que pueda estar a mil por horas, tengo estrés express; ahora, cuando uno está tranquilo, en reposo, desnudo en la cama porque el calor acompaña solapado entre tu orejas y tus corvas... 
solito en mi cama, qué mejor que escucharse a uno mismo en una semi-oscuridad y una soledad plena... el ruido de la madrugada es esperanzador, tan solo la luz de mi farola que no de mi lucidez, ilumina a lo chinesco todo un mundo en el interior de la habitación, de ese mundo no puedo escapar.

01,50 horas: Ya no cuento ovejas, qué cabronas, me vacilan... tienen una fiesta de cojones, aparecen en mi pensamiento de after con gafas de sol y puestas hasta las trancas... No sé si levantarme y unirme a ellas con un gin-tonic de Bombay Sapphire, eso sí, en copa de balón y no en vaso de tubo qué es pura ordinariez... seguro que el hombre vinagre no tiene ni pajorea idea qué es una copa de balón o qué es el propio Bombay, seguro que cree que Bombay es una especie de Bomba autodestructiva o una canción de Mecano. 
El café que me puso, cargado, que se podía mover con espátula, hizo estragos en mi cuerpo, y todavía lo sufro... Mientras movía insulsamente el azúcar blanquilla, sí, ese producto químico que edulcora todo menos los sentimientos...  sobre todo los míos que pesan como quintales, lo prefiero sin azúcar, y en su defecto el moreno de caña, que tiene más glamour, todo lo negro tiene glamour y sintoniza acorde con mi vida, el café negro, solo o con azúcar moreno, negro. 

02,25 horas: Lo dicho, mientras muevo y remuevo para disolver el edulcorante, entra en el bar un hombre bajito con cara ratonil, y espeta a bocajarro al Señor Vinagre: "joder, qué partido, por casi me da un zamacuco!" El Señor Vinagre esboza una sonrisa entre el límite del estupor y la náusea ... Ves?.- pensé.- el fútbol los une, y yo los odio...
Inmediatamente, como alma que lleva al diablo, entro en el water, ¡hostias qué water!, si parece sacado de una peli de terror de esas de serie B muy desagradable... no pude contenerme, y le abracé como si fuera la última vez que iba a ver mis intestinos flotando en la nada de aquel water sin causa y efecto.
03,35 horas: Mis ojos se convierten en bolsas violáceas y rojizas, desesperado, acudo a mi botiquín y sorteo todos los medicamentos existidos y por haber en el cuarto de baño de un hombre del siglo XXI donde la química se profesa como un bien común a la salud.
Me tomo dos valerianas, que no sirve de nada, porque podía estar limándome las uñas con los ojos como platos, decido sumar dos lormetazepam, más eficaz en unos momentos... y media de Orfidal... La química ese amor correspondido, ese amor que hace exclusivamente lo que quieres. 
03,55 horas: Repaso todo lo que aprendí en técnicas de relajación, hasta que me detengo y recuerdo lo que me dijo mi psiquiatra: Querido, cuando no puedas dormir, fóllate a ti mismo...  me pareció una idea brillante, aunque me encontraba entre el desasosiego, la pereza y la desesperación... ahora, empezar a tocarme, ahora empezar a poner diapositivas porno duras en mi retina... pereza, era poco... mi psiquiatra era fantástico, pero como profesional... dejaba mucho que desear, menos mal que si no fuera por sus dispensarios.
04,15 horas: excitación... consigo entrar a una App de puterio y falsedad gay, para a ver si encuentro un don Morfeo que folle mi sueño de una puta vez. Aferrado a mi sexo como un joystick... como flashes, me viene la escena del bar... fuera lívido se escapó por la ranura de la persiana...
Vomité, en ese glamour-bar, hasta la primera papilla, faltó la bilis y 15 años, lo más amargo de mi alma... salí como pude, ni el Señor Vinagre ni Ratatouille me socorrieron, me podía haber muerto, que pensarían que soy un poste nuevo puesto por el alcalde de un ayuntamiento de derechas... Me tomé dos aspirinas, lo ideal en estos momentos desesperados, a falta de arsénico, porque ya me dolía las entrañas, buenas son las aspirinas, que te joden vivo por dentro o te redecoran por fuera...
Confieso que he pecado de ser sucio en mis pensamientos, para ser libre en mi sueño, confieso que jamás volveré a tomar café cargado, y confieso que la aspirina es mágica... y el Lormetazepam pura fantasía, mierda de la buena... te sientes volátil, efervescente y cabrón... este mix químico siempre se me escapa entre mis neuronas... como un sueño.


Pintura: Martín Ramírez, (1895-1963) pintor autodidacta mexicano.




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