Manhattan & Sushi 19: Como VACAS sin cencerros.


- Chusa, hola, bonita que soy yo, mira, que... es que no sé por donde empezar, es que... Me han cogido en un reality show... - Bueno, tranquila, voy para tu casa. ¿Vienes ya?
- De acuerdo, le pido las llaves a tu portera... Oye... ¡Vaya ha colgado! 
Se queda mirando al móvil y dice: "yo también me alegro de verte, hermana". 
Begoña es la hermana menor de Chusa, la más rebelde, la que siempre ha hecho lo que le ha venido en gana. Donde aparece Beg aparece un problema; es como si dijéramos que existe Begoña y luego la humanidad entera. Testaruda. Pinchauvas. Si hubiera nacido en los noventa, diríamos que es de la generación NINI. Ha pasado por todos los estados emocionales y físicos: feminista, vegetariana, budista, enganchada al programa "ASCO" (Adelgazar Sin Complicaciones Oscuras) y por supuesto lesbiana. Ahora vuelve a casa de su hermana a complicarle la existencia. 

- Mira, esta estará en casa una semana... A ver si se piensa que yo la voy a dar sustento. Una semana, me habéis oído, una semana. ¿Qué se le habrá perdido aquí? espero que lo del reality sea una coña porque no puedo con la vida. Es una puta vaca sin cencerro.
- Anda, calla, no seas cínica... que ninguna de nosotras hemos encontrado aún el cencerro.- Bibi mientras come una croqueta.
- El cencerro lo hemos tocado con las manos, no Chusita, ¿anoche, qué tal?.- sonríe Marco.
- Eso, eso, contadnos qué pasó anoche, que con todo el lío no sabemos nada.- les digo a los dos.
- Mejor... mi noche con el nombre de mi padre, Ernesto, no es relevante.
- La mía menos, un polvo y pa casa.- y prefiero no hablar de ello... De hecho, no voy a hablar, porque me meo a rabo lleno. 
Marco salió cabizbajo, intuimos todas que la noche de ambos  no fue propicia. 
Me fastidia que haya determinadas cosas que se den por supuestas, me dijo Chusa, la notaba triste.
- Lo que me fastidia de todo esto es que deis por hecho que todo fue bien, y considero que trato de capar mi libertad de elección, porque es una de mis mayores libertades que hay. Yo elijo y decido lo que quiero, sopeso las circunstancias y tomo una de las opciones posibles que es lo que viene a ser una elección consciente.
- No sé a que viene esto, no sé qué tratas de contarnos, Chusa.- me enfrento a ella.
- ¿Me he perdido algo? No veáis lo sucio que está el baño del hospital, parece mentira. 
- Chusa nos comentaba su noche.- Bibi seguía comiendo.
- Anda para de comer, que vas a reventar el vestido que llevas, no has parado ni un segundo en mover el bigote, tía. ¿Parece que has pasado mucho hambre, no?
- Sí, hijo. Los dos tipos de hambre. Tengo ansiedad, no tengo mi pastillita roja y necesito comer, ¿algún problema? Llevo dos días y dos noches de órdago, y al menos necesito evadirme un poco; como no puedo follar, ahora, pues me como estas grasientas y calóricas croquetas. Así notaré como sube los lípidos y las grasas por mi vena aorta hasta el cerebro, ¿Queda claro, envidioso y acomplejado aguafiestas? 
- Uff, como estamos todos, vamos, terminad y subimos a ver a Lola.- abrazo a Bibi que estaba a punto de derrumbarse. 
- Ahora me vais a escuchar a mí,- sentencia Chusa.- necesito hablarlo. Últimamente se han vuelto a despertar sentimientos que creía ya superados y me atormentan sin derecho a réplica. El fantasma de la melancolía cíclica me acecha tras la esquina de cualquier manzana que doblo, cualquier ruido que escuche en la oscuridad de mi casa. Y la soledad, tal vez impuesta por mí misma, eso es lo que ocurrió a noche, comienza a ser una compañera desagradable de la cual no me puedo deshacer. Eché de mi cama a Ernesto, porque mientras me follaba, muy bien por cierto, me soltó un "te quiero", me acojoné, chicas, sentí temblar mi cuerpo. Le eché de mi cama, y ahora me invade el temor, es como si tuviera la necesidad de tener la presencia de un tío, ahí, en mi vida, como si no tuviera bastante con estos dos días, que ahora aparece mi hermana. 
- Venga tranquila, Chusa, joder. Todo va a ir bien. Del juicio yo me encargo, estos van a quitar la demanda como yo me llamo Marcos Zavala Nieto. No llores, coño. Que no te vea Lola triste. 

Nos abrazamos los cuatro como si no hubiera un mañana. Las palabras que Chusa soltó por su boca nos dolían a todas porque era nuestra misma historia, nuestro mismo miedo, 
nuestra misma vida.

- Hola, Buenas tardes, somos familiares de Lola González, nos habían dicho que la subían a planta. 
- Un segundo, voy a mirar la ficha. A ver... No, mire, los médicos han decidido dejarla una noche en observación por si hubiera alguna complicación.
- ¿Ha pasado algo grave?.- pregunto nerviosa.
- No, señorita, es por precaución. Descansen ustedes y mañana a primera hora les comunicamos. En cualquier caso, si ocurriera algo, nos pondríamos en contacto con ustedes.
- Por favor...

Casi que agradecí que la dejaran en observación, quería descansar y poner en orden mi vida, asimilar mi decisión. Encontrar algo de paz; hay tal remolino en mis entrañas que ando como vaca sin cencerro. Últimamente los acontecimientos de mi vida y de las personas de mi entorno me hacen que me replantee tantas cosas, que me doy miedo. 
- Susa, ¿te vienes a casa conmigo?
- Gracias Bibi, prefiero irme a la mía, necesito estar sola.
- O a la mía, aunque la tengo manga por hombro después de anoche, entre el tequila, el vino y el sexo esparcido. Huele a promiscuidad. 
- Bobo, Marco. De verdad gracias, pero no.
- Yo no te digo nada, porque mi casa ahora está ocupada por una desequilibrada y sé que desde que ponga los pies en ella, empezaremos a gritarnos. O sea que no es muy saludable para la salud mental que vengas conmigo.
- Gracias, amores. Me marcho a casa. 
Nos despedimos los cuatro. Quedamos en llamarnos mañana para venir al hospital. Detuve un taxi, mientras llego a mi casa sacudo mis pensamientos y me envuelvo en una maraña de miedos.

Continuará... 
   



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