La tristeza que tuvo mi valiente ALEGRÍA...

Una lágrima furtiva enfrío con su rastro el pómulo rojo acalorado por la seca aflicción que me producía no amarte. Me habías acostumbrado a tantas cosas, a tanta compañía en el hueco de la soledad, ese espacio mudo, lánguido y desierto y que tú habías surtido de bellos colores en forma de consejos, caricias y besos con mirada al techo. 
No quisiera sentir, no quisiera sentir un dolor profuso y amplio entre mis huesos, que a cada latido de mi pobre corazón, esparce con sutil cuchillada limpia por mis venas. Que se pararan mis pulsos por tanto sentir, que mi corazón helara sangre fría y congelara cada recóndito lugar de mi pesaroso ser. 
- ¡Cuán difícil es amar!.- musitó el caballero de triste mirada. 
Desgraciados son los besos que utilizabas a modo de bálsamo entre mi piel herida, ahora ya no existen, son fósiles enquistados en mi alma.
Se arrodilló entre deseos y anhelos, y lloró, lloró fuerte porque entre sus enormes ojos azules yacía la verdad pura. La mirada ausente desplazaba los objetos que encontraba a su paso y su memoria líquida y estancada quedaba en un recuerdo que le hacía desfallecer.
Me asomé a un abismo gratuito y vi cómo se alejaban con sus espaldas encorvadas, negras de pasado, heridas de tristeza. Después solo sé que el asfalto que divisaba era la viva imagen de mi rostro, roto de silencio cuya niebla, que azotaba mi pensamiento, era una voz con labios húmedos que cantaba, temblorosa:

"Your faith was strong but you needed proof
                                                         You saw her bathing on the roof 
Her beauty and the moonlight overthrew her
She tied youTo a kitchen chair
She broke your throne,
and she cut your hair
And from your lips she drew the Hallelujah
Hallelujah…"
Pataleé en medio de la oscuridad, revolqué en las sombras  consiguiendo huir de mi cuerpo salpicado de la dulce extrañeza de tu añoranza. Me desintegré en el aire, pero la luz sonora hizo desprenderme del delirio. Lo alcancé, presioné y al otro lado oí una voz con infinita ternura:
- ¿Cómo estás?
Mi garganta no pudo articular palabra de la emoción, en aquel momento supe que no estaba solo.



El título del relato pertenece a un verso del poema de Federico García Lorca "Llanto por Ignacio Sánchez Mejías" (La tristeza que tuvo tu valiente alegría...)

La canción es "Hallelujah", de Leonard Cohen. 

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