... s u b i r AL c i e l o ...

En estos días del final del invierno que nacen con un impulso primaveral, arrojando pensamientos sobre mi cabeza y que es imposible ignorar, retumbando a lo lejos un solo deseo: subir al cielo.
Días planos llenos de quehaceres interiores, de no despejar la azotea con aire limpio, por eso, quiero subir al cielo.
Subir al cielo... sentir el olor a azahar envolviendo mi risa.
Subir al cielo, tan solo un segundo y poder decirte que te quiero... Convencerme que estás conmigo, que te tengo presente.
Subir al cielo, paralizando el tiempo, contarte todo lo que ocurre en este mundo inclinado. Sin poder obviarlas, mis palabras de rabia, que llegan a mi como un arrojo y a las que tú restarías importancia ofreciéndome el aroma de un futuro dulce.
Subir al cielo para posarme en tus ojos verdes, saltar del impuso y teñirlo todo de ese amanecer ignorado, entre  noches desveladas, imaginando tu presencia. 
Subir al cielo, quiero, cantando tu canción favorita entre una sinfonía de blancas nubes, mirando recuerdos, sin que luego se evaporen por mi falta de fe.
Me gustaría no estar preocupado, soltar lastre, y que tú me agarraras la mano y me dijeras, como tantas veces: "No debes tomarte la vida tan a pecho". 
Subir al cielo para besar tu terso rostro porque no quiero olvidar el tiempo perdido.
Subir al cielo y estrecharte contra mi pecho, sentir tu latido  fuerte que velaba mi sueño, cuando de pequeño, me cogías en tu regazo.
Quiero subir al cielo y saltar esas murallas que todavía no han caído: mi miedo.
Subir al cielo y caminar entre las palabras que ejercen como escudo ante la adversidad de la cobardía.
Subir al cielo para conocer tantas estrellas nuevas, creadas de la frescura de los rayos de tu alma.  
Quiero que me cubras de vida para que mi mundo se mantenga en movimiento constante, y en nuestra ventana se mantengan las esperanzas, sin encontrarnos solamente en mi sueño.
Subir al cielo, al lugar que tú quieras, allí donde la lluvia y el sol se mezclan con la visita de la luna, sin saber las respuestas ante la no existencia de las preguntas.
Subir al cielo para encontrarme una sola vez, contigo, madre y recoger los pétalos de los claveles de tu vestido que olvidó esa maldita primavera... 
Seguiré mi camino por el viento, mientras tu silueta difuminada se incorporará bajo mi brazo, y sentiré rezumar tu esencia, por eso quiero subir al cielo, reencontrarme con los recuerdos. 
Me contaste que los rayos del sol se proyectan sobre uno cuando se comienza a ver con otros ojos. De esto hablo, madre: mis recuerdos.

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