Resurrección.


ADVERTENCIA: Relato para mayores de 18 años. Por su contenido o temática puede herir la sensibilidad de algunas personas.
La luz rojiza de los números digitales del despertador le atormentaba en su duermevela, dispuesto a encontrarse a la mañana siguiente con su último examen de la carrera "Evolución Humana II". Quería despertarse a repasar varias horas antes. No encontraba la posición, no le prendía la adormidera de su añorado Morfeo, no conseguía olvidar por un momento su ansiedad. Acariciaba su almohada, relajaba la mandíbula, las cejas se dejaron arquear en un pensamiento en blanco, y en tan solo un momento logró conciliar el sueño: de costado, el torso desnudo, la pierna derecha estirada, la izquierda flexionada y los brazos reposando sobre su pecho, soñaba, tuvo la gloria por un segundo en la respiración pausada, interrumpida por pequeños ruiditos nasales. 
Silencio. Oscuridad. 
De repente, el desvelo, le hace incorporarse de la cama, como si le quemara esos números rojos incrustados en la piel tersa de su rostro. Solo habían pasado veinte minutos, ni siquiera se había recostado en uno de los brazos de la luna, cuando volvió a la cruda realidad. Sentado en el borde de su zozobra, consiguió mover sus extremidades inferiores porque sintió un ligero cosquilleo en el talón, y el pie contrario logró dulcificar su picor.
Hizo café, prendió la luz del cuarto trasero y dispuso sus apuntes para hacer un repaso general...
- La teorí­a de Darwin implicaba que el hombre es el resultado final de una larga serie evolutiva que incluye infinidad de organismos inferiores. El estudio del desarrollo individual corresponde a la ciencia llamada embriologí­a.- murmuraba, ayudado con  pequeños sorbos de café.
- ¡Cielos!, este café es tan amargo como mis sentimientos.- levantó la voz y se dio cuenta que nadie le escuchaba, a diferencia de él, el mundo dormía.
Movió su cabeza para entender que lo absurdo se iba  apoderando de sí mismo. Fijó la mirada en dos ilustraciones del libro de texto, de los que su cabeza lanzó varios pensamientos, y que su cuerpo paró en seco como un libro de aventuras. 
Cerró los ojos, humedeció sus labios carnosos con la punta de su lengua, acariciaba su pecho velludo, erizando su piel. Su miembro crecía, la mano derecha despojaba cada obstáculo, sintiendo todo lo que ella podía darle... la izquierda jugaba con los pezones erectos; los pellizcaba, ofreciendo con los dedos la saliva que manaba de su boca... Duros, húmedos, señales para que el movimiento de su polla empezara a friccionar subidas y bajadas... Ya estaba completamente pétreo y mojado. Solo importaba lo que sus manos tocaban, se bajó el slip con una mano, con la otra sujetaba su guía, su verga,  fuerte y erguida, estimulando como un autómata con vibraciones pausadas.
Todo él estaba firme, y el rostro viciaba su deseo, el placer de follarse a sí mismo. Decidió levantarse de la silla, llegar a la cama, dando pequeños saltitos, atrapado por los tobillos de la elástica del slip. El culo nítido, apretado por el esfínter, formando en ambos glúteos dos hoyuelos rebeldes. Se desprendió de los calzoncillos, dejándose caer en la cama con una erección intensa; ahora estaba desnudo, varias gotas de sudor asomaban por la frente, su nabo durísimo y goteante. Agarró con fuerza el glande, introdujo uno de sus dedos por él, lo recorrió impregnándose de líquido preseminal y llevándoselo a la boca. Emitió un ruido de placer, mamó de su dedo con desesperación y vicio. 
Trataba de alargar el placer que estaba sintiendo, pero al mismo tiempo, la otra mano recorría el cuerpo como un torpe explorador, acariciaba, ensalivaba sus dedos; mezclaba el sudor agridulce de sus axilas y la saliva para llevarlo a un punto común, su lengua.
Estaba en éxtasis, su cuerpo sudaba y empezaba a emitir pequeños gemidos de placer, el vaivén en la polla había pasado de una suave caricia a un desenfrenado sube y baja, con pausas para no correrse rápido.
Flexionó las piernas para alcanzar los huevos, bajando al perineo y topándose con su gruta, seca, palpitante... Enloqueció... La mezcla de fluidos corporales hizo partícipe al dedo corazón para introducirlo lentamente en su sima. Entró de una vez.  Gritó. La cabeza para atrás, los ojos en blanco, su cuerpo ardiente... Liberó el falo, que seguía erguido apuntando al cielo, para subir y bajar por todo el cuerpo, muslos y nalgas, estaba a punto de explotar y decidió parar porque quería seguir disfrutando.
La gruta abierta, dentro dos dedos latían al unísono por los movimientos de su mano. Se mordía el labio inferior, mientras volvía a su verga, sintiendo como la mano resbalaba y la otra, en la caverna, jugaba. 
Los gemidos eran cada vez mayores, indicando que estaba por terminar, la mano subía y bajaba rápidamente por el falo, dándole vueltas al glande. Pausa.  
Millones de escenas eróticas pasaban ante su cabeza, como flashes, excitadísimo, se puso bocabajo, hundiendo su rostro en la almohada, el culo en pompa, las manos en su lugar de origen: volvió a introducir el dedo en la caverna, ahora era más fácil, y aumentó a dos más. La polla erecta al contacto con las sábanas le producía más placer. Enloquecía por momentos. 
Se incorporó, hasta que con un gran suspiro se corrió, varios explosiones de semen espeso brotaban de la polla y caía sobre el pecho y abdomen, chorros que inundaron su ombligo. Gemía, retorciéndose como una serpiente hacia su presa.
Un pequeño hilo de sangre asomo por la comisura de sus labios. Terminó exhausto y tendido en la cama, recogió a modo de prueba los restos de semen, sudor y sangre para saborearlo en su boca. La mano derecha llena de leche y la verga chorreante, poco a poco volvió a normalidad. 
Paralizado, tocó el cielo con las manos. Se quedó dormido.
Cuando sonó el despertador, volvió de nuevo a la vida y esbozó una gran sonrisa. 
- Hoy estoy preparado para todo.- Susurró, mientras el sol entraba por la ventana.


Comentarios

  1. Muy grafico ;). Mi sensibilidad no ha sido herida, por cierto.

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  2. mi sensibilidad tampoco ha sido herida,todo lo contrario...menudo amanacer...!!!
    felicidades de nuevo Miguel

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