q u e d a__e l__s i l e n c i o . . .

"Si esperas, te contaré lo que aguarda después de un hermoso sueño".- escuchaba la voz de mi madre, siempre que tenía que esperar por cualquier motivo, para cualquier cosa. 
Lo peor de la espera era la incertidumbre que me atrapaba en dos vaivenes como un metrónomo, al ritmo de mi pierna derecha que no conseguía encontrar un punto sereno. 
Sentada en el filo de un banco de madera, entre personas, que al igual que yo, esperaban.
"Ni que lo regalaran", murmuré al aire que pronto se hizo irrespirable, un agonizante calor espeso hizo que surcaran por mi rostro dos gotas de sudor, imparables hacia el acantilado de mi barbilla.
Me levanté a tomar un refrigerio en la sala contigua, y el airecito que entraba por la ventana provocó un escalofrío por mi espalda. 
El color grisáceo  que envuelve el paisaje que asoma por la ventana, hizo enmudecer mis energías; seguí aguardando mi paciencia, mi espera se hacía eterna.
Recordaba la noche anterior, en mi memoria de agua, registraba el tacto de su fina piel y transparente acompasando movimientos pasionales entre los amagos de tu gesto con el mío.
Siento que te echo en falta. Me haces falta.
Me bebí de un sorbo, una botella de agua que acrecentó mi garganta encharcada en silencios, ardiendo de un éxtasis no resuelto. 
Esperaba oír tu voz al otro lado, esperaba una calma que me desesperara.
Volví a sentarme en el banco de las promesas hechas tristeza y esperé a que sólo me quedasen los sueños y los recuerdos de este otoño frío, sin tener tu calor.
Descubriré tus huellas en cada recodo de mi kilométrica piel, en cada escollo del corazón, en cada esquina del pensamiento etéreo. De nuevo hizo su presencia el escalofrío que noté escalando mi cuello. 
Esperé mientras la impotencia me taladraba, me enredaba en tu espiral, me desorientaba entre tus palabras rotas.
"Señorita Manso, Puede pasar, al final del pasillo, a la derecha, es la número 8.".- gritó una voz engolada y fría.
"Gracias", musité.
"Lo único hermoso que me queda de la vida es haber llorado".- susurré limpiándome las lágrimas. Caminaba por un pasillo largo, incansable, sin oír el crujido de mis pasos sobre la madera, que frenaban el paso de mi sombra. 
"Entre, por favor".- oí desde dentro de una habitación con la puerta entreabierta.
Cerré por dentro, y dejé fuera mis fantasmas. 



Comentarios

  1. Triste, angustiosa y solitaria. Como toda espera de algo indeseado.

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