10 minutos...

DIA 1
- Presiento que se acerca el final, enfermera... .- le susurró las palabras torpes agarrando su mano como si fuese lo único que le quedara.
- Tranquilo, pronto vendrá el médico, y le dará el tratamiento... ahora vuelvo.- la mirada de la enfermera era tan fría como el color de la habitación, le soltó la mano en tan solo un segundo.
La soledad se apresuraba a entrar por la ventana de una noche azulísima, y el deseo de vivir le llegaba en dosis de aliento a modo de suicidio.
Marcelo tenía un pobre corazón en un cuerpo de 150, con 150 pulsaciones por minuto, y deseos por vivir. Ingresó una noche del gélido febrero, a las 21,48, solo, engañando a la razón para que el corazón fuese más rápido que su vida.
- Necesito un golpe de suerte.- se atrevió a decir al aire, cerrando su puño blanquecino difuminado en las sábanas toscas; como si se dijera así mismo que llegaba su momento.
Vivía sin vivir en él, excesos, y vida hostil. Nunca había llamado a nadie "amor mío", crecía entre vergüenzas y miedos descuidados de fantasmas de sueños.
El cielo se abrió entre las sombras de las palabras del médico. Marcelo llora. Siente que se escapa el halo de suerte.
- No se preocupe, tiene usted una arritmia, traducida en 150 pulsaciones por minuto, le colocaremos una vía endovenosa y le vamos a monitorizar... Mañana le haremos más pruebas. ahora descanse tranquilo.
Marcelo no consiguió dormir, ni descansar, su cabeza retrocedía a los años de su adolescencia, donde jugaba en el estanque del parque cercano a su casa. Escuchaba sus latidos fugaces y se aterraba: como si su corazón le quisiera hablar en esta noche tan sombría.
DIA 2
Despertó el día perezoso entre los rayos solares que entraban por la ventana de la habitación, Marcelo, despierto, escuchaba los latidos de su corazón entre los ruidos de la mañana. Preocupado, encendió su móvil, y logró ver la hora.. Eran las 8,17 cuando la enfermera entró enérgica:
- Le subimos a quirófano para someterle a una cardioversión eléctrica, para que su corazón no vaya tan deprisa, ¿de acuerdo?.
No contestó. Su rostro blanco era la respuesta, y sus labios resecos constataban la dolencia.
- Parece que el paciente responde favorablemente, bájenle a observación y en veinticuatro horas le pasamos a la habitación.
DIA 3
Marcelo pasó su veinticuatro horas feliz entre los arrullos y los deseos de su pronta recuperación que le proliferaban las visitas. Olvidó por completo el miedo y su piel tornó rosada por el calor confortable de la estima.
Los pasos por el pasillo, su caminar lento, alegró a sus cuidadores, mientras dejaba los presagios acurrucados en cada gota de suero intravenoso. Sonreía, canturreaba con simples onomatopeyas que salían de la boca a modo de explosión léxica. Feliz.
La noche tiñó de soledad toda la esperanza de Marcelo, y acurrucado, durmió tranquilo sin pensar en nada. Eran las 22,12. Soñó libre.
Un sonido eléctrico le despertó, alcanzó el móvil, un SMS de su hermana Marta le reconfortó:
"Tesoro, ponte ´güeno`que mañana estarás en casa... Si necesitas algo, charlar, gritar, o cantar, llámame." Marcelo emocionado rió y volvió a dormirse.
DIA 4
9,00 horas.
- El médico ha constatado que el paciente tiene una nueva arritmia y que necesitará otra ablación del nódulo auricular, pero no es urgente, está concertada para mañana.- le explicó una enfermera a otra en el cambio de turno.- misma medicación, pero quítale el suero y el oxígeno.
- Me llevo los visores y las alarmas telemáticas, porque, está usted mucho mejor.- sonrío la enfermera nueva.
- Pues yo no me encuentro bien.- musitó Marcelo entre sudores fríos y piel blanquecina.-
21,45.
Concluyeron las visitas, Marcelo resistía pesé a dolerle la vida, los lastres en forma de latidos retumbaban como mazazos dentro de su cabeza, alzó la voz:
-Perdone enfermera... me encuentro mal... me duele el pecho... y me cuesta respirar... .- una cabeza asoma por el quicio de la puerta de la vida de Marcelo y le espeta:
- Tranquilo ahora venimos... todo marcha bien.
Susurró improperios, mientras se aferraba a los buenos momentos vividos y a su almohada. Dos lágrimas enjutas cayeron por su níveo rostro... llamó a Marta.
Eran las 22,35.
- Hola hermanito... ¿Qué tal te encuentras, amor?.- preguntaba alegre, entusiasta.
Entre sollozo, y lenta respiración con un pequeño hilo de voz, Marcelo le cuenta:
- Ahora aparecen mis miedos, Marta, estoy mal... quisiera detenerme... en el tiempo del beso... que me diste esta tarde... Me veo envuelto en una soledad absurda... no hay nadie... (llora desconsoladamente). No viene nadie.. parece que le molesta que me queje... me duele... ya no hay esperanza... me escapo de esta vida con la mano en el corazón... (gime...)...
22,38.
- Marcelo, voy... llama a las enfermeras, grita, di que estás mal, que te falta el aire... (llora...), cariño, no me cuelgues... explícame que te pasa... no te duermas, cuéntame al oído.
Aferrado a su pecho como un náufrago, a Marcelo parecía que el silencio se había convertido en su voz... (gime...)
-Marta,... te quiero... (respira...) no olvidaré tanto amor, tanto abrazo, tanta felicidad guardada para mi... (llora...) ya no veré amanecer... te, te, te, quiero, mi hermana.
- Cariño, no cuelgues... ¿Marcelo? ¿Marceeelooo?

22,45.
Marta oyó a través del auricular que emitía ruidos agónicos para terminar con un golpe seco y después corte de la comunicación. Llamó al hospital a las 22,49.

Marcelo, entre el silencio, estaba tendido en el suelo... su mano, cogía el móvil y el móvil yacía sobre su corazón.. y su corazón reflectaba la imagen de Marta.


Inspirado en una noticia de "El País" "Comienza el juicio en Barcelona por un hombre que falleció solo en un hospital privado" del 11 de diciembre 2011.



Comentarios

  1. Cruda realidad bellamente reflejada. Igual que nacemos solos, morimos de igual manera, algunos aún más fehacientemente.
    Bravo Migue!!!!

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  2. Ufffff muy duro, sobre todo por ese sentimiento que le tuvo que invadir de desconsuelo y desanimo....y que realidad...sentirse sólo aún estando con gente!.

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