Paciencia Infinita...


Después de besar, le volvió a cegar la ilusión de una entrega, ebrio de angustia regresó a casa desnudo entre el humo condensado de los días de papel consumido y la sonrisa perfilada en su rostro...
Sin ponerle freno, saltó con la prudencia de la mano, sin prisas y con modales de hombre eterno, volvió desnudo.
Impasible se sentó a esperar a un Sí, a una desnudez semejante, a abrazar una vida común: Los dos, despacio, desnudos, al sol de la mano, mirando al mar con la nostalgia que él quería, pero aguantó solo, sin taparse los ojos, tuteando el futuro.
Se asustaba pero lo llevaba entre la demarcación de su sombra, sin enterarse y retarse a un sonido hueco de la misma piedra...
- "Dime algo".- susurraba entre los silencios gestuales.
Mató el mes de febrero por cómplice de callarse los noes del corazón. Mató la ilusión de un plumazo entre las resacas del amanecer. Mató su sonrisa pícara, ahogada, en el licor de melancolía tan cercano a su pensamiento, con la prisa mezclada en recuerdos recolectados en una siembra fructífera.
Las miradas ajenas no invitadas, causaron grietas en piezas sin cicatrizar con pena y necedad. Los perdones disipados, los abrazos desiertos y las palabras muertas no lograron convencer su eterna espera, y mientras quien se iba era él.
El dolor era el pilar del idilio y cortó por lo sano su fortaleza, perdiéndose poco a poco de noche y de día... loco de atar.
Viró a su rincón sosegado, de los días entre mantas y deseos, poco estruendo y mucha ansiedad. Desapareció.
La luz te acerca, amigo, eres valioso, de noches de camisa blanca, de corazón polígono y de amplitud para compartir.
Por eso, entre tantas ilusiones, busca la más bella. Desnudo.


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