nostalgia de albor



Vienes a mi otra vez, tristeza ingrata, persiguiendo mi dulce mecer de la vida... Te acunaré en el regazo del elixir del buen entender, sin pisadas marcadas sobre mi suelo barnizado de blancura pura; la tristeza es por ti, que viene maquillada de nuestro trato sin fundirse en los colores de tu vida. Llegas a mi, tristeza parda, sin parar, haces relegar mi oficio de amarte a mis tropiezos de velar de mi madrugada, acudiendo en todos mi recovecos de la quietud.
Quiero que te vayas, pérfida tristeza, para ello escribo sobre el viento todo lo que amo, escuchando a modo de risa, la brisa acariciar de los sauces... colgados los dos de la eternidad, al ralentí entre mis huellas sobre el mar en calma.
Quiero que vuelvas a mi, amor, haciéndome flotar sin dejar de sentir tu creencia en algo que surge del azar, de la posible noche construida por los dos.
Si supieras todo esto, no habría dudas, si fueras capaz de percibirme como la nostalgia barniza este Noviembre con un matiz de blancor opaco.
Si lo supieras podrías evitarme el desnudo de mi corazón y darle alrededor el brillo y así poder acostumbrarme a sumergir sin decirlo, sin palabras guardadas, de esas que no te atreves a decir (SANS DIRE UN MOT)...
En cada centímetro de mi cuerpo, crece la nostalgia de blancura por sentirte de nuevo y acortar los escalofríos cuando cierro los ojos, pensándote...

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