El señor de los lunares rojos (microrelato)

Dejó su sombrero colgado en el perchero, se quitó la gabardina cargada de incertidumbre y el malestar que le causaba el color rojo. De rojo fue el día en el que su piel se tornasoló, dando lugar a surcos perfectos en toda su piel, sin explicación, le denominaron "enfermedad rara".
Una mañana fría con un sol caprichoso encontró unos círculos perfectos abultados de color rojo brillante por toda su piel, como si fuera matasellado por un sello de caucho; al desnudarse comprobó frente al espejo su piel erizada por el frío y el temor de la aparición de las manchas púrpuras.
Lloró suave y frágil echado en la ventana, y pensó que era un sueño... En el cielo, los acordeones aplastaban a las nubes, y él, dormitando se dejó arrastrar hacia un compás de trayectoria otoñal y con el regusto de la inquietud de la nada.
Solo, y sin obviarlas, acudió por una hemorragia nasal. Desnudo en blanco y rojo, supuso la urgencia y el factor de riesgo.
Tumbado en la camilla, meditó:
- Soy de los que camina piedra a piedra, mirando cada una, observándolas, dando por perdido situaciones que ni siquiera he jugado. Pensando en toda la gama de dibujos que se pueden pintar con una decisión, mi decisión, aunque sea de color púrpura.
Arrojó palabras, miradas e ilusiones.

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