Muerte Aparente...

Me quedé en el archivo de la planta menos dos, mientras mi compañero subía los demás casos que el agente López tenía sin resolver; hacía varios días que no sabíamos nada de él. Simplemente un mensaje en contestador de la oficina:
"Chicos, soy el agente López, me cojo unos días para visitar a mi madre en el pueblo, cuando llegue os aviso de mi incorporación... os dejo en mi mesa el trabajo sin hacer, si podéis sacar algo en claro os lo agradecería..."
Las notas que dejó en su mesa habían sido un éxito. Seis en total, largas, detalles de todas las víctimas, y algo de morboso, por su realismo, no por exageración.. Hasta un árbol genealógico de los posibles homicidas.
López era muy reservado para sus cosas y su vida, lo único que sabíamos era que tomaba una pastilla diaria para el riego sanguíneo, quien lo diría, un hombre de unos cuarenta años, bien parecido, muy agradable de ver y de escuchar... en definitiva todo un partido y encima no tenía a nadie, sólo una madre a quinientos kilómetros de la ciudad, a la que solía visitar una vez cada tres meses, y luego venía cargado de comida casera que ella le había preparado.
Todo el marrón de los casos los teníamos nosotros, los agentes García y Maroto, teníamos que investigar la muerte de dos coleccionistas de arte, muy vinculados a dos pinacotecas importantes de la ciudad... Se dedicaban a la compra y venta, mediante subasta, de valiosas pinturas de autores del siglo XIX: Edvard Munch, Paul Delaroche, Thomas Lambert, y algún que otro Gauguin, y Pissarro.
Teníamos todos los datos pero nos faltaba el más importante: Con quién había hablado el agente López antes de su marcha.
Nos había sugerido que nos entrevistáramos con los directores de los museos, y sobre todo con los conservadores de dichas colecciones.
En el archivo me documentaba sobre algún caso relacionado sobre el arte, y descubrí en el año 1880, un cuidador del museo se guardó en la chaqueta dos bocetos de Goya: "La aparición de la Virgen a Santiago" y "el bautismo de Cristo", alegando que su hija estaba enferma y unas voces le pidieron que cogiera los bocetos del maestro.
Pero no encontré nada sobre las muertes de los galeristas de arte, y tampoco encontramos desde hace días al agente López. Llamé a su madre, una anciana amable y me corroboró que sí había estado hace tres días pero "no se preocupe, hija, mi chico es un hombre solitario... Estará deambulado por ahí. Pronto tendrá noticias."
Una madre poco preocupada por la desaparición de su hijo, algo me huele mal.
me centré más en mi compañero que en los homicidios, y el agente Maroto y yo nos dirigimos a su casa.La puerta del edificio estaba abierta, subimos, llamamos a su puerta y no contesta nadie, no se oye nada, todo muy tranquilo.
Decidimos esperar, sentados en la escalera:
- ¿Le llamamos al móvil, Maroto?.- le dije con preocupación.
- Claro, no se nos había ocurrido... Estamos obsesionados con los casos que se nos olvida lo importante.
- Vale, vete a la puerta... a ver si suena.
Marqué el número... esperamos ansiosos a que al menos el sonido de su móvil "Love´s Divine" de Seal, nos diera el aliento de nuestro compañero.
- García, rápido... se escucha una música... ven, rápido.
Estábamos en lo cierto, era la melodía de la canción que tanto a él le gustaba, al menos su móvil estaba en casa... Forzamos la puerta, entramos y descubrimos el cuerpo del Agente López, tendido en la cama de su habitación... Un vuelco me dio mi corazón, y un escalofrío deshizo mis ojos en lágrimas silenciosas, mi amor había muerto... y yo muerta de amor... Vestido de domingo como solía decirme, lo encontramos, inmaculado, de traje y corbata, bien arreglado...
Maroto encendió su grabadora y comenzó a explicar: yace inmóvil, en aparente muerte y sin signos vitales: rigidez corporal, no responde a estímulos, no existe respiración y no tiene pulso e incluso la piel está pálida. Sin señales de arma blanca, ni de violencia.
La mano derecha se encuentra cerrada y sobresale un papel: "Carla García, 665 126 568"
- ¿García, este es tu número?.- me dice Maroto.
- Claro.. iba a llamarme.- asentí y susurré limpiándome las lágrimas.
- Me voy a coordinar a los agentes y a la ambulancia, no te muevas, llama a la madre, ¿no?
Me quedé sola, mientras intentaba encontrar una pista que pudiera esclarecer lo que ocurría: un indicio, una señal. me acerqué a su rostro, le tomé de nuevo el pulso... algo me decía que no estaba muerto, Darío López, no podía estar muerto.
Le desabroché los cordones de los zapatos, le quité el calcetín y dejé al descubierto su pie blanquecino... le masajeé y noté como el párpado derecho se movía, un tic nervioso, algo que en criminología se estudia como el rigor mortis.
lloré desconsoladamente, cogí la lámpara de la mesita, le quité la bombilla y la pantalla e introduje su dedo gordo del pie en el casquillo; le di al interruptor, olía a quemado, volví a repetirlo tres veces... Darío abrió los ojos... me miro y le dije:
- Me acordé de aquello que me dijiste, López: "Lo único que deseo para mi entierro es no ser enterrado vivo."

Comentarios

  1. También se te da bien la intriga y el suspense. ¿Hay algún género que se te resista?. Diría yo que no...

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  2. Me gusta...esta tiene muy buena pinta..sigue escribiendo porfa, si es que eso de la bombilla es la caña, que imaginación, eres el mejor.

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