Inesperadamente


Me matas... Angelica, me matas con tu forma de ser, de sentir.- suspiró cerca de su oído con un beso sonoro.
Yo ya estoy muerta, soy inerte, me has arrancado el corazón. Acarició su pelo entre los dedos largos y finos.
Se habían conocido en la confitería del pueblo, cerca de los dulces, de las pasiones de azúcar...
Estás perdida, perdida en tu deseo de azúcar... .- le dijo mientras mordía una palmera de chocolate.
Ella sonrió, estaba derretida, no sabía si comerse todo lo de la vitrina, o al hombre de voz dura, pelo cano, y barba de días, descuidada... que tan loca le traía.
Desde ese momento, todas las tardes, compartían confidencias, deseos y nostalgias, llevadas siempre al camino de lo dulce; entre chocolates, cabello de ángel, nata, masas para bizcochonas; lloraban, reían, y sobre todo se iban conociendo, poco a poco.
Abrazados e inesperadamente se amaban, un beso furtivo robó la posición... caricias intensas provocaron una excitación; tan solo un segundo, sus cuerpos eran uno solo.
Es un sueño constante, llegar a conocerte, plantada estás en mi cabeza, Angélica.- le interrumpió y le soltó un te quiero.
La llama estaba ya encendida y los dos unidos en uno...
Se acercó hasta la comisura de sus labios, los tomó suyos, un sabor dulce endureció sus papilas gustativas, y su lengua revoloteaba cual mariposa pícara.. descansé en la sonrisa, y le devolvió a la vida, de tan placentero sueño...
¿cómo es posible que un beso húmedo y dulce provoque en mi alma un viaje al infinito? no quiero sufrir tanto ni tan fuerte por esto, no quiero que mis obsesiones rompan todo esto en un segundo.
Angélica besando a su amante se despidió: Te veo luego.

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