Carta sin respuesta...



Madrid, 14 de Mayo 2007

Querida Madre,

Se me agolpan las palabras, desde que marchaste sin regreso, en la celda oscura de mi pensamiento. No consigo explicar tu ausencia que sufro a través de las penas que adentran en silencio, poniendo mi mundo al revés.

Mi silencio es puro, tatuado sobre el aire que rezuma tu olor cercano, erizando mi piel y respondiendo a tu nombre escrito en mi ser sin remisión. ¡Te echo tanto en falta!

Eres tú que tan natural me enseñaste a vivir en libertad y que ahora me dejas solo, desguarecido de tu arrullo… Eres tú con quien sueño cada noche… Eres tú con quien me desvelo cada madrugada… Eres tú mi primer pensamiento al alba… Madre.

Profundizo sin descanso, exhausto, tu despedida… ¡Cuántas cosas te hubiera dicho apiladas en mi corazón, madre! Y ya no estás… la noche fue un suspiro teñido de lenta tristeza, recordando en cada segundo todo lo que hiciste por mí; tu valentía ante la vida, tu esfuerzo por darme siempre lo mejor, ejerciendo en mi vida de madre, amiga y compañera…

Mamá, mi corazón ha quedado hecho añicos, trozos enmarcados por obsesiones que recorren como negra neblina mi cabeza, haciendo fácil la aflicción por el sufrimiento. Sufro por no haber hecho más de lo que debía, me cruje el alma, madre… eran tuyas mis manos, mi pensamiento, mi fuerza, mi fe y esperanza, y así unidos los dos, suspirábamos bajo un cielo abatido y frente a un mundo que se hundía… ¡Mamá, ahora tengo que aprender a vivir sin ti!

Madre, no olvidaré nunca tu luz iluminando mi mundo, volando a mi alrededor diciéndome que tu amor siempre estará cuidándome, protegiéndome desde tu cielo azul intenso… y ya no estás aquí, pero en mi cuerpo habitas en cada partícula de vida, y a mi alma la avivas con tu recuerdo…

Mi dolor va anclado, madre, a la certeza y al optimismo de volver al menos imaginar tu sonrisa, esbozada por el sentir de que tengo tiempo para recomponer mi vida, y tu madre, ser el mecanismo de mi energía.

Madre, partiste en mayo, flor de vida, amaneciendo la primavera… te fuiste en luna llena manchada en negro y en su alborada de flores te llenaste, lecho de claveles reventados en rojo pasión y perfume de lavanda recién cortada.. en mayo, madre, para sentir y no olvidar, dejando el sufrimiento que como espina clavada desgarra todo mi ser.

Quiero emprender esta nueva vida, recorriendo mil sueños que juntos habíamos cruzado ya, dejando que el sol bañe mi rostro y seque las lágrimas que me han hecho más fuerte, y alegrarme por haber formado parte de ti. Orgulloso estoy de haber sido tu hijo, de haber crecido y aprendido como persona. Gracias por haber creído absolutamente en mí, en cuanto a todo lo que me proponía.. Me duele no haberte contado el clandestino secreto que bombea con fuerza mi corazón, esa es mi mayor tristeza, Madre.. pero quiero que sepas que estoy feliz y lleno de ilusión, seguro que en tu reino de azul intenso, me verás y velarás por mí.

Madre, es duro despedirse… nunca me olvidaré de ti, te llevaré en mi corazón como mi don más preciado y en mi pequeño mundo todo lo que comienza acaba en ti, madre.

Sueño, respiro, vivo, amo, quiero, sonrío… despacito, por ti, madre… pidiéndote que nunca te fueras de mi lado, notando tu presencia como el susurrar del viento y la inocencia de un niño… te imagino, en tu descanso, compartiendo tu experiencia y tu vida, y me inquieto por no tenerte,… ¡Me faltas!… te quiero tanto, madre.

Madre querida, lo que tengo claro es que mi amor por ti hace que te siente viva, dentro de mí.

Te quise, te quiero y te amaré por siempre,

XXXXXXX

(Finalista en el concurso epistolar 2007)

Comentarios

  1. Sobran los comentarios ante tanto despliegue de sentimientos....

    ResponderEliminar
  2. Es increible todo lo que trasmites, los pelos se me han puesto de punta y me has dejado los sentimientos a flor de piel..... impresionante...

    ResponderEliminar
  3. Qué cerca me siento de tí cuando leo esta carta, querido.
    La leo hoy, cuando ya han pasado varios años desde que se fue y se despiertan en mí los sentimientos que estrené la noche que se fué.
    Pero no me siento mal, a pesar de todo.
    Creo que los dos sabemos que el tiempo va fabricando una muralla inmensa que protegerá para siempre los recuerdos y el amor que sentimos por ellas.
    Un abrazo afectuoso
    Cristina Rodríguez.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares